jueves, 9 de marzo de 2023

Crítica: ANTÍGONA


Desestabilizar el orden

Se ha vuelto a poner en escena una de las tragedias más conocidas del teatro, Antígona; por lo tanto, resulta importante preguntarse el porqué, ¿qué moviliza a los artistas escénicos a representar nuevamente una historia sobre el cuestionamiento del poder tiránico?, ¿cuál es necesidad de reinterpretar esta tragedia?, ¿hacerla más accesible al público o es que hay otra finalidad? En una versión libre de la obra de Sófocles, el director Dante Marchino junto a jóvenes actores (del elenco 2) se dan la tarea de enfrentarse a estos dilemas a través de un sólido montaje.

El texto consta de un tratamiento enfocado en desarrollar los aspectos psicológicos de los personajes para darles mayor profundidad, además de establecer los claros objetivos y conflictos que brinda la historia. Por ello han optado en juntar la estructura de la versión griega y ciertos diálogos del francés Jean Anouilh, no solo para que el público observe el enfrentamiento entre el accionar con justicia de parte de la heroína Antígona y el hecho cuestionable de cumplir la ley del dictatorial rey Creonte, sino para humanizar a estos solemnes protagonistas al exteriorizar sus sentimientos más puros. La intención de acercar la obra al espectador se hace evidente al contextualizarla en una época actual, en donde hay tecnología, conferencias de prensa, vestuarios modernos; aunque también hay indicios de corrupción en funcionarios, un país inestable, guerras, e incluso adivinos.

Toda esta atmósfera es bien aprovechada en la iluminación que delimita el poco espacio del escenario (en el teatro Barranco) brindando los focos de atención correspondientes para atender los diálogos íntimos, los monólogos o los cambios de lugar. El efecto de sonido de lluvia termina de envolvernos en el sentimiento de nostalgia que acompañan las impecables interpretaciones. Vale decir que se trata de un texto difícil, pero que se mantiene en buen ritmo por la rigurosidad de sus actores. En especial de Deborah Najar en el papel de Antígona, quien logra transmitir la fiereza, el temple y la ternura de este personaje muy complejo. A nivel general, hubo problemas de dicción, aunque mientras iba avanzando la función, los intérpretes tenían más seguridad al vocalizar sus parlamentos.

Se nota el empeño por hacer de la experiencia un evento que lleve al público a reflexionar sobre su relación con el poder y la sumisión ante las leyes hechas por mortales imperfectos, que podrían vulnerar los derechos del otro. Si la historia está obligada a repetirse, entonces el teatro volverá acontecer sin perder actualidad. Quizás puede cambiar de lenguaje, pero su esencia se mantiene intacta.

Christopher Cruzado

9 de marzo de 2023

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