jueves, 18 de agosto de 2022

Crítica: HONG KON


Responsabilidad (emocional) en esta vuelta a la presencialidad: semblanza sobre los inicios del regreso del teatro presencial

La vuelta a la presencialidad en las Artes escénicas ha sido un evento esperado y progresivo. Muchos procesos creativos han tenido en cuenta condiciones propias de la pandemia para volvernos a encontrar, como por ejemplo, la necesidad de mantener el distanciamiento social y el poder adaptar un espacio lo más ventilado posible para poder reducir posibilidades de contagio. Una de las primeras obras en estrenarse, dentro del regreso a la presencialidad, fue la obra Hong Kon, dirigida por Cecilia Cruz, con las actuaciones de Larisa Landívar y Klaus Herencia.

La propuesta jugaba con distintos niveles de la realidad, ya que Diana, personaje principal, nos invitaba a un recorrido por los recuerdos de su relación con Diego. El hotel Hong Kon fue uno de los escenarios recurrentes de sus encuentros, donde compartían tiempo, conversaciones y experiencias. Cada interacción que se muestra en escena denota las dudas que Diana tiene sobre la relación. Finalmente, ¿qué son? Después de tantas vivencias juntos, ¿hay necesidad de definir su vínculo? Esta situación de incertidumbre pone sobre la mesa el tema de la responsabilidad emocional en nuestras relaciones humanas. ¿Hasta qué punto es justo abrir nuestro corazón a alguien que no sabe lo que quiere contigo? Por otro lado, ¿podemos hablar de una víctima en ese tipo de situaciones?

Esta obra es, precisamente, el vaivén de Diana en medio de todos los recuerdos y emociones que Diego le despertó en un momento de su vida. La intimidad de este recorrido fue conmovedora. Sin embargo, el ritmo de la obra estuvo muy monótono, no hubo momentos “clave” claros. Es necesario ser conscientes del flujo del montaje, de tal manera que el espectador pueda entender los momentos importantes diferenciados correctamente.

La vuelta a la presencialidad ha implicado cumplir con ciertas características relacionadas con la duración de la pieza escénica. Muchas producciones han tenido que optar por obras cortas (de 20 a 40 minutos, aproximadamente), apuntando a hacer pocas funciones (de 3 a 8, a veces 10). Esta decisión es entendible y es necesario hablar del porqué de estas medidas. Muchos espectadores vuelven a la presencialidad con miedo. Una consecuencia de la pandemia es ese miedo natural a que cualquier persona, cualquier ambiente, incluso cualquier objeto puede provocar un contagio de aquella enfermedad.  En consecuencia, una de las tareas de las obras presenciales es poder dar la mayor tranquilidad posible a los asistentes al acto escénico.

Stefany Olivos

18 de agosto de 2022

 

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