El aguacero de la memoria
Mientras apreciaba el montaje de Rocío Limo,
me ponía a pensar en las palabras de la esposa del poeta, Georgette Vallejo. Me
acordé del libro de memorias El pez en el
agua de Mario Vargas Llosa, quien en su juventud llegó a conocer a la viuda
del poeta, pues él solía ir a tertulias literarias organizadas en casa de la
señora, junto con otros escritores de la época. Según él, Georgette Vallejo
aseguraba que le entristecía que la obra del poeta no fuese divulgada más allá
de los poemas conocidos y despotricaba de la sociedad limeña por su poca pasión
por la lectura. En ese sentido, creo que el montaje hace un homenaje a César Vallejo,
pues lo muestra en una dimensión más allá de los fetiches y de lo convencional.
Vallejo estuvo aquí muestra al poeta
peruano desde una dimensión humana con errores y virtudes.
En general, la presentación lo deja a uno anonadado,
pues fue demasiado conmovedora. Desde el punto de vista de la narración dramática,
el montaje me hizo reflexionar acerca del teatro testimonial. Creo que existen
diferentes maneras de presentar este estilo de teatro. Tengo que confesar que
yo esperaba ver un montaje muy abstracto y bastante alejado del Vallejo
convencional. Menciono esto, porque tengo experiencia en haber asistido a
montajes de otros colectivos teatrales que prácticamente presentaban obras tan
complejas e inefables, que diera la impresión de querer demostrar que su
trabajo es tan perfecto y que nadie lo puede entender. De esta manera, dejan
entrever que el teatro es una cosa muy especializada e inaccesible para la
gente común. En ese sentido, tengo que confesar que el trabajo de Limo se puede
resumir en una palabra: humildad. La actriz Eliana Fry siempre se mostró de una
manera empática y dialogante con el público. Su actuación y sus movimientos fueron
únicos, pero al mismo tiempo su pedido para que todos estemos concentrados en
la invocación al poeta, hizo que la gente empatizara inmediatamente con la obra.
La manera cómo se dirigía al público fue muy clara y dialogante, y no parecía
fingida. Mientras miraba la obra, me ponía a pensar cuántas personas del
público posiblemente viven por primera vez la experiencia teatral y estoy
seguro de que después de este montaje seguirán yendo a más. Recalco esto último,
porque muchas veces he visto obras que pareciera que buscan todo lo contrario. Felicidades
a la producción.
Por otro lado, se apeló a herramientas muy
interesantes desde el punto de vista del lenguaje audiovisual. Limo grababa a Fry
en diferentes estados de abstracción en los que ella se encontraba. Mientras
que el escenario era una serie de fotos y palabras asociadas al poeta, un ecran
en la pared reflejaba la grabación de Limo. De esta manera, la experiencia de
las emociones de la actriz llegaba a verse mejor y en un mejor plano. A primera
vista, se rompía la cuarta pared teatral, pero precisamente estos detalles
hacían que el montaje fuese único. A pesar de que la presencia de Limo era
evidente, esto no hacía perder al ambiente de invocación. Sencillamente fue
hermoso.
Finalmente, creo que el montaje
tranquilamente pudo haber sido presentado virtualmente y habría funcionado de
igual manera. La idea de la invocación me pareció muy original.
Enrique
Pacheco
25 de agosto de 2022
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