martes, 9 de agosto de 2022

Crítica: YAKU, EL VIAJERO


La librera viajera

En primer lugar, tengo que comentar la satisfacción que me causa el saber que Henry Sotomayor sigue incursionando en el mundo de la creación dramatúrgica. Sus producciones siempre me han generado interés, por el hecho de poder desenvolverse tanto en el mundo del teatro para la familia, con La Mayu, y de igual manera, en el teatro en el que las emociones humanas extremas se convierten en el centro de atención. El mejor montaje de Sotomayor fue el de Mercuccio: venganza, muerte y redención (2019); su estilo me hace recordar mis lecturas de obras del dramaturgo Gustavo Ott, debido a su capacidad de sobreponer la realidad ante toda acción dramática.

Tengo que mencionar que el montaje de Yaku el viajero me agradó, en términos generales. En un principio me imaginé que, debido al nombre del protagonista, la historia iba a girar en torno a algún río o fábula andina, pues Yaku es una palabra de origen quechua que significa agua. Además, fue muy positivo que se incentive la lectura en los niños, de una manera muy pedagógica y lúdica. Este fue el mensaje más importante y las actrices supieron transmitirlo bien, ya que los niños entendían y repetían las moralejas de la historia, como que los libros no deben quemarse y por el contrario, deben de cuidarse, entre otros. Por otro lado, los vestuarios y la utilería fueron muy atractivos visualmente; sin embargo, pienso que el uso de un muñeco para representar al protagonista Yaku podría confundir. Por momentos, pensaba que la actriz Luisa Caldas estaba representando a Yaku, debido a que las vestimentas de ambos eran muy parecidas. Acaso el contar con otro actor o actriz para personificar a Yaku podría ser una buena opción.

Otro aspecto muy interesante fue el manejo del público. Hace mucho tiempo que no asisto a una obra de teatro para la familia, pero tengo que coincidir en que uno de los mayores retos que tienen los actores en este género es poder controlar a los niños, quienes usualmente rompen la cuarta pared. Durante la presentación, hubo muchos episodios en que los niños, especialmente los más pequeños, querían intervenir en el escenario. No obstante, las actrices Caldas y Ethel Requejo supieron resolver estas situaciones de manera asertiva y con mucho tacto y creatividad. Esto es de felicitar. Finalmente, desde el punto de vista musical, fue muy original que la actriz Nuria Mayor haya tocado la guitarra en vivo; ella cantó con una tesitura y proyección vocal bastante clara. En general, la función, enfocada a un público infantil de entre 2 a 6 años, fue atractiva. ¡Felicitaciones al colectivo!

Enrique Pacheco

9 de agosto de 2022

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