Responsabilidad (emocional) en esta vuelta a la presencialidad: semblanza sobre los inicios del regreso del teatro presencial
La vuelta a la
presencialidad en las Artes escénicas ha sido un evento esperado y progresivo.
Muchos procesos creativos han tenido en cuenta condiciones propias de la
pandemia para volvernos a encontrar, como por ejemplo, la necesidad de mantener
el distanciamiento social y el poder adaptar un espacio lo más ventilado
posible para poder reducir posibilidades de contagio. Una de las primeras obras
en estrenarse, dentro del regreso a la presencialidad, fue la obra Hong Kon,
dirigida por Cecilia Cruz, con las actuaciones de Larisa Landívar y Klaus
Herencia.
La propuesta jugaba con
distintos niveles de la realidad, ya que Diana, personaje principal, nos
invitaba a un recorrido por los recuerdos de su relación con Diego. El hotel Hong
Kon fue uno de los escenarios recurrentes de sus encuentros, donde
compartían tiempo, conversaciones y experiencias. Cada interacción que se
muestra en escena denota las dudas que Diana tiene sobre la relación.
Finalmente, ¿qué son? Después de tantas vivencias juntos, ¿hay necesidad de
definir su vínculo? Esta situación de incertidumbre pone sobre la mesa el tema
de la responsabilidad emocional en nuestras relaciones humanas. ¿Hasta qué
punto es justo abrir nuestro corazón a alguien que no sabe lo que quiere
contigo? Por otro lado, ¿podemos hablar de una víctima en ese tipo de
situaciones?
Esta obra es,
precisamente, el vaivén de Diana en medio de todos los recuerdos y emociones
que Diego le despertó en un momento de su vida. La intimidad de este recorrido
fue conmovedora. Sin embargo, el ritmo de la obra estuvo muy monótono, no hubo
momentos “clave” claros. Es necesario ser conscientes del flujo del montaje, de
tal manera que el espectador pueda entender los momentos importantes
diferenciados correctamente.
La vuelta a la
presencialidad ha implicado cumplir con ciertas características relacionadas
con la duración de la pieza escénica. Muchas producciones han tenido que optar
por obras cortas (de 20 a 40 minutos, aproximadamente), apuntando a hacer pocas
funciones (de 3 a 8, a veces 10). Esta decisión es entendible y es necesario
hablar del porqué de estas medidas. Muchos espectadores vuelven a la presencialidad
con miedo. Una consecuencia de la pandemia es ese miedo natural a que
cualquier persona, cualquier ambiente, incluso cualquier objeto puede provocar
un contagio de aquella enfermedad. En consecuencia, una de las tareas de las
obras presenciales es poder dar la mayor tranquilidad posible a los asistentes
al acto escénico.
Stefany Olivos
18 de agosto de 2022
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