¿Cuánto tendemos a idealizar al otro en nuestras relaciones?
Existe un síndrome llamado “Madame Bovary” o “Bovarismo”, que es
un trastorno de comportamiento que surge a raíz de la aparición de las novelas
románticas del siglo XIX. Desde entonces, la idealización del amor ha conducido
a miles de personas (fundamentalmente mujeres) a una continua frustración y
decepción. La búsqueda de ese “amor ideal” siempre termina chocando con la
percepción realista de una relación de pareja.
Esto es exactamente lo que le pasaba a Madame Bovary: ella
tenía anhelos de personas míticas y todo lo que se le presentaba le quedaba
pequeño, buscaba entonces la realización de sus sueños en otros amores,
pasionales y platónicos…, pero ninguno de ellos lograba calmar su desesperada
ansiedad y sus románticas inquietudes.
Desde la antigua Grecia, existían dos formas de conocer el
mundo: el Mythos y el Logos; de alguna manera siguen existiendo muchas personas
que cuando empiezan a conocer a alguien lo hacen desde el “mythos”, es decir,
lo hacen desde la idealización, desde la construcción de una historia sobre
aquella persona que poda casi todo lo que no les gusta y se quedan con todo lo
que podría encajar con lo que ellos esperan. Por ejemplo: “Me gusta que esta
persona es muy sensible”, cuando en realidad no es así; o “Es muy profundo”,
cuando en realidad casi no habla. Entonces mitificamos al otro para que encaje
con nosotros. Todo esto pues, es el enamoramiento y siempre acaba, siempre
termina, y es cuando finalmente tomamos la decisión de amar o no a esa persona.
El enamoramiento es pues, totalmente opuesto al amor.
Imaginen una máquina que pudiera cambiar al ser querido tal
cual nuestros requerimientos, pues sería aún más caos, pues por un lado no
existe la persona perfecta, ni única, ni especial; y por otro lado, esa persona
dejaría de ser tal cual es, para ser algo solo para complacernos. Esto propone
la obra 14 millones de realidades,
una mujer que ajusta a su gusto a su pareja, pero que, tal cual Madame Bovary,
no termina de gustarle ninguna de sus versiones.
Las relaciones son complicadas, pero si vamos desde el mythos,
ya estamos entrando en el terreno de la ilusión, cuya caída puede ser fatal una
vez que el enamoramiento fenece. ¿Qué queda luego de eso? Pues el diálogo, y
tener claro que el amor no lo puede todo, que el amor no es sacrificio y que
incluso con amor puedo terminar una relación si siento que estamos en
diferentes direcciones; quizá un tiempo podemos conectar bien con la pareja y
eso no significa que esa conexión se mantenga toda la vida. Siempre quizá sea
mejor ser objetivos.
Un escenario minimalista, apoyado en un gran trabajo de los
actores, a veces rompiendo la cuarta pared, invitándonos más a ser partícipes
de observar cómo nos estamos relacionando.
Manuel Trujillo
11 de mayo de 2022
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