jueves, 7 de marzo de 2019

Entrevista: HENRY SOTOMAYOR


“Un director debe organizar la creatividad de los actores”

Acaso una de las cualidades que debe tener inevitablemente cualquier artista sea la de la perseverancia. Cualidad que es pertinente atribuirle a Henry Sotomayor, joven teatrista, que a pesar de su corta edad, ya cuenta con varias interesantes experiencias en su haber y que resultó ganador del premio del jurado de Oficio Crítico como mejor actor de reparto en Drama por Los charcos sucios de la ciudad (2018), pieza escrita por Mariana De Althaus y dirigida por Haysen Percovich. “Empecé a los 14 años de manera amateur, en talleres por mi barrio; luego postulé a la ENSAD y llevé cursos con Jorge Eines y José Sánchez Sinisterra”, explica Henry, quien es actor, dramaturgo, director y gestor de su propia compañía de teatro La Mayu. “Entré de manera directa a la ENSAD; en aquellos tiempos, tenías que hacer una escena con alguien y me asignaron a una chica que estaba ahí. Mi jurado creo que fue Carlos Acosta, Juan Arcos, Daniel Dillon y Margarita Ludeña; mi compañera sí pasó, pero no terminó la carrera”.

Primeros maestros y montajes

Henry tuvo en la Escuela a solo tres profesores de actuación, quienes le trazaron el valioso camino que tenía que recorrer en solitario y que viene desarrollando de manera ininterrumpida. “Acosta me enseñó la disciplina y la rigurosidad en el trabajo; Guadalupe Vivanco, a concebir la creación colectiva; y Dillon, a estar presente y tener escucha hacia mi compañero”. En Dramaturgia, tuvo nada menos que al gran Sergio Arrau, quien le hacía escribir y actuar las pequeñas escenas que íba escribiendo. “Eso nos ayudaba a entender qué servía y qué no, le tengo mucho cariño; luego estuve con Claudia Sacha, pero fuera de la Escuela”. Y en lo que respecta a Dirección, Henry tuvo inicialmente al maestro Leonardo Torres Descalzi. “Él nos dio nociones teóricas, y aprendí también por fuera de la Escuela en los talleres de Acosta y de Diego La Hoz”.

Como parte de sus últimos aprendizajes en la ENSAD, Henry participó en El zoológico de cristal de Tennesee Williams. “La tesis la realice con esa obra, fue una tesis actoral; para esto, ya la habíamos hecho en octavo ciclo”. Todavía como estudiante, participó en la puesta en escena de ¿Qué hiciste Diego Díaz? de Cristián Lévano, con la que viajó Chile a un festival internacional; y ya prácticamente egresado, en Cacúmenes de Alejandro Alva, en la que compartió escena con Mayella Lloclla, Ximena Arroyo y el primer actor Enrique Victoria, entre otros, en la AAA.

Las artes escénicas

“Pienso que un buen actor de teatro debe tener mucha escucha”, afirma Henry. “Debe saber escuchar al compañero y al director; tener mucha humildad para saber aceptar lo que ellos plantean; y saber particularizar, poder especificar cada detalle, movimiento y cada gesto”. Agrega que es importante que un actor debe tener el conocimiento de la totalidad del producto teatral y no solo su “parte”, pues de esa manera se entiende la propuesta en conjunto. “Es importante ver y darse cuenta qué es lo que hace cada uno y así entender cuál es nuestro rol en esa obra”. Henry sí cree en el talento y en las personas que lo tienen. “Pero no te conduce a grandes cosas, si no lo trabajas; conozco gente no tan “talentosa” que ha logrado cosas increíbles y me he quedado admirado de su trabajo; yo prefiero trabajar con personas que trabajen a aquellas que se valen únicamente de su talento”.

Por otro lado, para Henry, un buen director es aquel que “sabe hacia dónde quiere llegar, por lo menos en cómo intuir el camino, hacia dónde se conduce; no creo en directores que no saben qué hacer cuando llegan al  ensayo, a menos que haya una confabulación con los actores o se trate de un laboratorio”. Afirma también creer en aquellos directores con las cosas claras, pero muy abiertos a la modificación que puedan provocarle el trabajo de sus actores. “Un buen director debe saber organizar la creatividad de los actores, pues ellos proponen mucho material artístico, decidir qué queda y qué no, y concretar un buen producto”. Por último, refiere que debe tener empatía con todos, para generar así un producto saludable. “Es por eso que debe tener buen ojo al momento de elegir a los actores”.

De nuevo, los charcos

El nuevo reestreno de Los charcos sucios de la ciudad, ya convertida en clásico de la dramaturgia nacional, nació durante la temporada de Perséfone (2017), escrita y dirigida por Dillon, en la que Henry actuó al lado de Percovich. “Entre conversaciones, surgió la idea de la obra y yo le dije que si se hacía, quería hacer el papel de Juani; Haysen quería que fuera Lolo, pero yo lo convencí”, recuerda Henry, quien se sintió muy identificado con este complejo personaje. “Juani hacía cosas que yo no hago en la vida real: no soy borracho ni coquero, nunca he agarrado una pistola, ni he amenazado con una navaja y mucho menos  asesinado a alguien; me fascinaba la idea de involucrarme en esa realidad; además, me recordaba a un primo que estaba en pandillas y que fue asesinado”. Su trabajo fue una buena construcción de un personaje extravagante, salido de foco, pero con una sensibilidad oculta. “Me divertí mucho con todo el elenco de la obra”, recuerda Henry, quien estuvo acompañado por los también nominados María del Carmen Sirvas y Emanuel Caffo. “Fue un grupo humano bien agradable”.

Actualmente, el perseverante Henry se encuentra en temporada en el Museo de Arte de Lima, dirigiendo la obra Salamakuki, propuesta escénica de La Mayu, dirigida a bebés y niños hasta los 6 años, que combina música en vivo, magia, teatro y malabares, con la participación de Marco Flores, Luisa Caldas y Beto Caycho. “En mayo presentaré una obra que no tiene nombre aún, pero está basada en el personaje de Mercutio de la obra Romeo y Julieta, que co-escribo junto a Jorge Bazalar; y en junio, repondremos la obra Cinco, en la salita ENSAD”, concluye.

Sergio Velarde
7 de marzo de 2019

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