Una experiencia en la capital
Hablar de Lima nos remonta a la añoranza
de una época colonial que ha dejado como legado numerosos monumentos, plazas y
costumbres. Pero, ¿qué más representa la capital del Perú? Estrenada en el 2014
(como “Kapital”), retorna al Club de Teatro de Lima “Kapital 2”, bajo la
dirección de Paco Caparó y Jhosep Palomino. Creación colectiva que refleja la
problemática social, la coyuntura política y el uso de las redes sociales.
Un ambiente festivo recibe al público, que
aún sin comprender lo que sucede, se une a la celebración animado por los
anfitriones. Los personajes se confunden entre los espectadores e interactúan
con ellos. Entonces, un llamado de alerta interrumpe la fiesta, los actores
desaparecen y el público es separado en grupos de tres, siendo guiados dos de
los grupos a la sala 3 y a la sala de espera respectivamente, mientras el
primer grupo se queda en la sala 1. Es ahí donde empieza –en simultáneo- el
desarrollo de tres historias: la de unas internas; la de un pastor impartiendo
un curioso discurso político frente a un joven rebelde y la de unos hombres que
pretenden conquistar el espacio de las redes sociales. El detalle novedoso en
esta propuesta surge cuando los grupos de espectadores rotan de salas, con el
fin de presenciar cada una de las historias.
Kapital 2 no es un espectáculo convencional,
por ser una creación colectiva se acerca más a una experiencia en la cual el
espectador participa activamente (debido a su cercanía con los actores y la
interacción que se propone en cada escena). Sin embargo, la dinámica teatral
está presente en las interpretaciones (destacando la participación del reparto
femenino) y en el uso de los recursos escénicos. El drama, el humor (irónico),
las transgresiones a la ley, en fin, el día a día de nuestra sociedad se
refleja en temática de este particular montaje. Cabe mencionar que si bien la
energía y rítmica de la propuesta es potente, al momento de hacer las
rotaciones del público, la energía decaía y esa complicidad lograda con el
espectador se perdía. Un riesgo que fue compensado con la precisión de las
escenas realizadas al mismo tiempo en las tres salas.
Hacia el final, los personajes se unen en
escena para una atinada reflexión. Y es que estas situaciones (violencia,
corrupción, exaltación del uso recursos digitales, entre otros conflictos
sociales que nos invaden) ya han trascendido a nuestra capital y siempre se
agradecerá el uso de las herramientas teatrales para quitarnos las vendas de la
indiferencia desde nuestros sentidos, pero sobre todo, desde nuestros
actos.
Maria Cristina Mory Cárdenas
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