Japón, un continente de jóvenes por
explorar
“El público que asiste al teatro decrece
en el mundo. El teatro no solo no consigue inspirar o instruir, sino que apenas
divierte.” -Peter Brook
La obra “Japan, el musical” ha estrenado
el 5 de mayo y estará hasta el 10 de
junio, los sábados a las 4:00 pm. y domingos a las 3:00 pm. en la sala del
auditorio del ICPNA de Miraflores. Dirigida por Mario Mendoza, esta cuenta con
diez actores en escena. Un grupo de adolescentes de tercero de secundaria
pertenece a “Maganime -Club Otaku”; estos jóvenes son tomados como los diferentes
de la clase. A partir de esta diferencia, se nos muestra diversas situaciones
anecdóticas propias de la adolescencia, pasando por temáticas como el bullying,
el poder, el amor, la amistad.
“Japan, el musical” es una propuesta de comedia
y musical dirigida sobre todo para adolescentes. La obra puede llegar a ser un
buen material para difundir en colegios; sin embargo, los “conflictos
anecdóticos” no lograban desarrollar “los temas” en una estructura fuerte, ni
profunda. Esta comedia se sostenía en el uso del gag.
Ante esto, debo resaltar el buen trabajo
de los actores dentro de las convenciones. No obstante, la obra pudo explotar
de mejor forma todos los demás elementos (el espacio, la luz, el ritmo), que ayudan
justamente a completar “lo espectacular” que debería caracterizar un musical. La
obra mantiene una sensación plana en el uso del espacio, por lo que no aporta
al dinamismo, ni al ritmo en las escenas, que creo fundamental para obras musicales.
Ver esta estética en varias obras de
jóvenes teatreros me ha generado una reflexión: los artistas jóvenes han
encontrado en los colegios un nicho interesante y por seguir explotando, como
medio de difundir el arte escénico. Hoy en día se imparte y se hace teatro para
escolares y adolescentes en mayor escala. Es curioso cómo, desde la necesidad
de nuevos públicos, se ha regresado a los colegios, generando espectadores
jóvenes que son el presente y futuro público.
Que el arte esté dirigido a escolares, no
debería quitarle el carácter de rigurosidad y responsabilidad de denominarse arte.
Hoy en día, en el medio, se puede notar una cultura de “no arriesgar”. Me es
muy difícil entender la preocupación que solemos los escénicos de hacer arte, ¿midiendo
la capacidad de comprensión de nuestro espectador? Y ello puede ser uno de los puntos de pretexto
para no explorar. El teatro que tiene fórmulas para ser ejecutado deja de ser
arte y es un artificio. Como bien señala Peter Brook: “Un director mortal emplea
fórmulas, métodos, chistes y efectos viejos y lo mismo cabe decir de sus
colaboradores”.
Los artistas escénicos olvidamos muchas
veces los diferentes enfoques que puede tener el acercamiento a una obra
artística. Y estos múltiples abordajes pasan desde exaltar, cuestionar,
entender, hacer sentir, molestar… etc.
El teatro es un arte poli-semiológico,
por lo tanto, no encuentra al espectador desde uno de sus sentidos, sino que lo
aborda desde todos. Y en esto reside una de las grandes riquezas del teatro. El arte debería poder llegar a cualquier público,
divirtiendo desde el contenido y la pertinencia de este en el contexto actual,
más aun si se denomina “musical familiar”.
Usted tiene hasta el 10 de junio para verla y crear su
propia opinión de la obra.
Kiara Jossilú Castro Béjar
7 de mayo de 2018
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