lunes, 7 de mayo de 2018

Crítica: JAPAN, EL MUSICAL


Japón, un continente de jóvenes por explorar

“El público que asiste al teatro decrece en el mundo. El teatro no solo no consigue inspirar o instruir, sino que apenas divierte.” -Peter Brook
  
La obra “Japan, el musical” ha estrenado el  5 de mayo y estará hasta el 10 de junio, los sábados a las 4:00 pm. y domingos a las 3:00 pm. en la sala del auditorio del ICPNA de Miraflores. Dirigida por Mario Mendoza, esta cuenta con diez actores en escena. Un grupo de adolescentes de tercero de secundaria pertenece a “Maganime -Club Otaku”; estos jóvenes son tomados como los diferentes de la clase. A partir de esta diferencia, se nos muestra diversas situaciones anecdóticas propias de la adolescencia, pasando por temáticas como el bullying, el poder, el amor, la amistad.

“Japan, el musical” es una propuesta de comedia y musical dirigida sobre todo para adolescentes. La obra puede llegar a ser un buen material para difundir en colegios; sin embargo, los “conflictos anecdóticos” no lograban desarrollar “los temas” en una estructura fuerte, ni profunda. Esta comedia se sostenía en el uso del gag.

Ante esto, debo resaltar el buen trabajo de los actores dentro de las convenciones. No obstante, la obra pudo explotar de mejor forma todos los demás elementos (el espacio, la luz, el ritmo), que ayudan justamente a completar “lo espectacular” que debería caracterizar un musical. La obra mantiene una sensación plana en el uso del espacio, por lo que no aporta al dinamismo, ni al ritmo en las escenas, que creo fundamental para obras musicales.

Ver esta estética en varias obras de jóvenes teatreros me ha generado una reflexión: los artistas jóvenes han encontrado en los colegios un nicho interesante y por seguir explotando, como medio de difundir el arte escénico. Hoy en día se imparte y se hace teatro para escolares y adolescentes en mayor escala. Es curioso cómo, desde la necesidad de nuevos públicos, se ha regresado a los colegios, generando espectadores jóvenes que son el presente y futuro público.

Que el arte esté dirigido a escolares, no debería quitarle el carácter de rigurosidad y responsabilidad de denominarse arte. Hoy en día, en el medio, se puede notar una cultura de “no arriesgar”. Me es muy difícil entender la preocupación que solemos los escénicos de hacer arte, ¿midiendo la capacidad de comprensión de nuestro espectador?  Y ello puede ser uno de los puntos de pretexto para no explorar. El teatro que tiene fórmulas para ser ejecutado deja de ser arte y es un artificio. Como bien señala Peter Brook: “Un director mortal emplea fórmulas, métodos, chistes y efectos viejos y lo mismo cabe decir de sus colaboradores”.

Los artistas escénicos olvidamos muchas veces los diferentes enfoques que puede tener el acercamiento a una obra artística. Y estos múltiples abordajes pasan desde exaltar, cuestionar, entender, hacer sentir, molestar… etc.

El teatro es un arte poli-semiológico, por lo tanto, no encuentra al espectador desde uno de sus sentidos, sino que lo aborda desde todos. Y en esto reside una de las grandes riquezas del teatro. El arte debería poder llegar a cualquier público, divirtiendo desde el contenido y la pertinencia de este en el contexto actual, más aun si se denomina “musical familiar”.

Usted tiene  hasta el 10 de junio para verla y crear su propia opinión de la obra.

Kiara Jossilú Castro Béjar
7 de mayo de 2018

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