Teatro de miércoles
La Subgerencia de Cultura de la Municipalidad
Provincial de Arequipa ha instaurado, desde hace un tiempo, un plan cultural
para fomentar el consumo y la práctica teatral en la ciudad. El plan consiste
en la presentación sistemática de obras en el “Teatro Arequepay”, todos los
miércoles por la noche con ingreso libre para el público.
Uno imaginaría que por ser un plan cultural
gestado y realizado por una municipalidad, que posee un presupuesto para
cultura, todos los costos fijos de dicho evento son cubiertos por la
organización. Con costos fijos me refiero a todo el dinero que conlleva poner
una obra de teatro en escena (trabajo de los actores, técnicos y del director,
además de los traslados y movilidades del personal y la escenografía). Uno lo
imaginaría, pero no.
Este plan cultural (?) espera que los costos
fijos de la obra sean cubiertos por los mismos artistas, que además, no pueden
cobrar entrada ni pasar gorra, todo esto con la finalidad que el ingreso sea
siempre libre.
¿Qué hay de malo con esto?
Pues bueno, este es un plan realizado a costa
de los teatreros que en vez de ganar un ingreso y recuperar la inversión de su
trabajo, pierden dinero en cada presentación. ¿Todavía no se entiende? Hagamos
un pequeño juego:
Supongamos que una Municipalidad, bajo la
supervisión de la Subgerencia de Desarrollo Urbanístico, ponga a andar un plan
cultural que requiera a obreros, ingenieros civiles y constructores para hacer
un camino, con la condición que cada uno traiga sus propias herramientas y
ponga de su propio bolsillo el material necesario y su traslado sin recibir
pago alguno. ¿Ilógico, verdad? Es lo mismo cuando se habla de teatro.
Nuestra sociedad avanza en temas laborales en
cuanto a un pago digno se refiere. Este plan cultural es un retraso en esa lucha,
pues pretende hacer trabajar gratis (pues es trabajo) a los involucrados en la
obra de teatro. El salario, sin importar la profesión y oficio, debe ser digno
y justo, y los artistas nos merecemos también, por justicia, un reconocimiento
monetario a nuestra labor.
¿Y si no hay pérdida económica?
Fuera del lado económico este plan también le
hace un daño al arte en Arequipa en dos aspectos básicos:
El primero: el estatus del artista:
Aún cuando
la inversión para poner en escena sea nula, se está faltando el respeto al
oficio al no ser reconocido de forma monetaria por parte de una institución
estatal cuya misión es precisamente consolidar el trabajo de los artistas y
gestores culturales en favor de la colectividad. Nuestra sociedad tiene la idea
de que ser artista es sinónimo de ser vago, bohemio y desempleado. Esto se ve
reflejado en el trato de la Municipalidad hacia los actores en este plan
cultural.
El segundo: la costumbre del público:
En la
ciudad se está haciendo una lucha ardua para llevar más gente a la salas, gente
que pague su entrada. Los grupos y colectivos necesitan de este ingreso para
mantenerse con vida y batallan cada fin de semana con publicidad y estrategias
de marketing para llegar a más gente. Este plan cultural está acostumbrando al
público a no pagar por el arte, a que siempre los espectáculos culturales deben
ser gratuitos. Esto deforma y contraviene la lucha actual, queremos que se
reconozca el trabajo de los artistas, este reconocimiento del público al pagar
una entrada es parte del proceso.
Entonces, ¿cuál sería entonces el beneficio
para el artista? A palabras del mismo Subgerente de Cultura y Educación, “este
plan ayuda a que los grupos de teatro hagan promoción de su trabajo, es una
oportunidad”.
Este fenómeno de brillantes planes culturales
para las artes escénicas en las que se deja de reconocer el trabajo de los
artistas se repite en muchas de las ciudades de nuestro país. Estos planes no
solo representan una ofensa para el trabajo de los artistas, al pretender que
“muestren” su trabajo a cambio de nada, sino que también son ilógicos pues,
además de no ser sostenibles en el tiempo, contravienen a la finalidad de la
misma gerencia de cultura que se supone quiere es que la cultura en la ciudad
crezca, y la única forma de lograr esto es que los artistas se dediquen
exclusivamente a hacer cultura.
Depende de nosotros hacer el cambio y hacer
respetar el oficio que hemos escogido como sustento para nuestra vida. Debemos
organizarnos como sociedad civil para frenar algunas prácticas inadecuadas por
la administración pública, todo esto a favor del arte.
Seguimos en la lucha.
Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 2 de mayo de 2018
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