Estreno peruano de visión obligatoria
Para el público que acostumbra asistir al Teatro La Plaza, ha debido de
ser toda una atípica experiencia el apreciar una obra del calibre de La
cautiva, escrita por Luis Alberto León y dirigida con mano firme por Chela De
Ferrari. Y es que esta pieza, ganadora del premio especial del jurado Sala de
Parto 2013, es una de las poquísimas incursiones de teatro escrito en el Perú en
dicho escenario: estuvo nuestro clásico autor Manuel A. Segura con Ña Catita
(2004) y el notable contemporáneo Alfonso Santistevan con La puerta del cielo
(2010). León, por su parte, constituye una gratísima revelación: La cautiva sí cautiva
de verdad, por el perfecto equilibrio conseguido entre los horrores de la
guerra interna en nuestro país a mediados de los ochentas, y el lenguaje
escénico lleno de “fantasía lírica”, que vuelve inquietante y contundente el
resultado final.
La cautiva no sea acaso para todos los gustos, especialmente para
aquellos que afirmen que ocuparnos por enésima vez de nuestro particular problema
“histórico”, resulta a estas alturas, por lo menos, trillado. Sin embargo, dos excelentes
montajes recientes, ambos escritos por Eduardo Adrianzén: La eternidad en sus ojos (2013) y Cómo crecen los árboles (2014), lograron cada uno a su manera,
escenificar con momentos de brillantez, el azote terrorista dentro y fuera de
la capital. Pues La cautiva nos lleva a su mismísimo centro neurálgico, al Ayacucho
de 1984, en donde una jovencita asesinada llamada María Josefa (Nidia Bermejo)
es preparada en el depósito de cadáveres por Mauro (Alaín Salinas), antes de
ser ultrajada salvajemente por la tropa. María Josefa despierta mágicamente de
su trance y entonces Mauro se apiadará de ella, haciéndole creer que se trata
de las festividades para celebrar los 15 años de la muchacha.
Toda esta grotesca situación resulta aún más espeluznante, al recordar que
todo esto pasó en realidad. De Ferrari, por su parte, corrige en gran medida la
esmerada estilización que convirtió a la celda de El beso de la mujer araña
(2008) en una confortable e iluminada habitación: el depósito de cadáveres de
La cautiva luce oscuro y tétrico; y las imágenes que se logran a lo largo del
montaje son sobrecogedoras, especialmente las últimas, cuando se recrean las postales
de fiestas patronales. El elenco está soberbio: la actuación de Bermejo es
sobresaliente y desgarradora, muy bien acompañada por Salinas (premio El Oficio
Crítico 2013 por su participación en Bolognesi en Arica) y por los experimentados
Carlos Victoria y Elmiram Cossio. La cautiva le hace sobrada justicia al
Festival Sala de Parto y se constituye en un sorprendente montaje que nadie
debe perderse.
Dato anecdótico: Mencionábamos anteriormente que para el público
recurrente del Teatro La Plaza, este estreno le debe haber parecido un hecho
sorprendente. Pues bien, este servidor logró escuchar el siguiente comentario,
dicho en voz alta y entusiasta por un elegante caballero a sus también
elegantes amigos, al terminar la función: “¡Qué buenos estos actores, seguro
los deben haber traído de Yuyachkani!” Como diría Vallejo: “Hay, hermanos,
muchísimo que hacer”.
Sergio Velarde
24 de noviembre de 2014
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