Divertido ejercicio teatral.
El joven dramaturgo y director Cristian Lévano (también sólido
intérprete, como en Tus amigos nunca te harían daño) siempre se ha caracterizado
por llevar a escena sus propias obras: luego de su debut con ¿Qué hiciste Diego Díaz? (2007), llegaron Dana (2008), la interesante Francisco (2010), la
hilarante El misterioso asesinato de You Payaso (2011) y Un trébol mágico
(2013), su debut en teatro infantil. En el presente año, Lévano y su Asociación
Cultural Winaray decidieron llevar a escena un texto ajeno: la archiconocida La Multa de Sergio Arrau, obra de corta duración (obrita, para su autor) estrenada
y re-estrenada innumerables veces, tanto dentro como fuera del país. Lévano se
enfrenta entonces, a un doble desafío: no solo de adueñarse de una pieza del
notable dramaturgo de origen chileno y corazón peruano, como lo es Arrau; sino
también de encontrar una nueva manera de presentar escénicamente esta certera
crítica a nuestra torcida sociedad.
La historia de La Multa es harto conocida: tres actores y una
actriz se disponen a escenificar la vida de José, el humilde peluquero que por
tener tantos hijos, decide contradecir el decreto municipal que impide que las
peluquerías abran sus puertas los domingos, pues en aquellos días su clientela
abunda. José recibe entonces una multa, que día a día irá creciendo de una
manera desorbitante, sin que ninguna autoridad pueda ayudarle. A través del
humor negro característico de Arrau, aparece la corrupción más descarada en los
hilarantes personajes que desfilan por el escenario, entre alcaldes,
secretarios, abogados y jueces. El triste final de José, canjeado por la deuda externa (!), redondea un irreverente texto que
nunca perderá vigencia.
Se nota la creatividad en la puesta en escena de Lévano, cuya
reverencia al autor es notoria. Los actores aparecen vestidos de negro desde el
inicio, preparando los elementos para la función. Sin embargo, se percibe que
se ha privilegiado, acaso no en demasía, las formas por encima del fondo,
restándole algo de fuerza al mensaje primario. Pero por otro lado, los actores
se mueven a sus anchas: Alexa Centurión (a quien vimos el año pasado por partido
doble, en Escuela Vieja y Opción múltiple), Luis Baca (de Los Locos Addams), Fito
Valles (cambiando de registro luego de protagonizar La Tercera Persona) y
un preciso Eduardo Ramos (en los elencos de Laberinto de monstruos y A ver, un aplauso), como el peluquero José. Sin sentirse demasiado forzada, esta
nueva reposición de La Multa de Arrau, dirigida por Lévano en el Teatro Mocha
Graña, se convierte en un más que correcto ejercicio actoral, que bien vale la
pena su visionado.
Sergio Velarde
21 de setiembre de 2014
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