martes, 23 de marzo de 2010
Crítica: FRANCISCO
Las muy agradecidas locuras forzadas de Cristian Lévano
Luego de algunos años de estrenadas “¿Qué hiciste Diego Díaz?” y “Dana”, su joven autor y director Cristian Lévano, consigue (finalmente) luego de numerosos cambios en el elenco, estrenar su tercera obra con la producción de su grupo Winaray Rumbos Paralelos, titulada sencillamente “Francisco”. Y al igual que los personajes de Diego Díaz y Dana, este Francisco no es un ser normal (tal vez sean todos bipolares en el fondo), pues o son interpretados por más de un actor (como en “Dana”) o tienen múltiples personalidades (como en “¿Qué hiciste Diego Díaz?”). Lo cierto es que toda la trilogía Lévano (¡vaya con el nombrecito!) tiene ya características bastante reconocibles, que apuntan a una nueva personalidad dentro de nuestro medio teatral, que necesita ser desarrollada y afinada.
“FRANCISCO” no es un espectáculo sencillo de clasificar, pues no busca contar una historia o reflexionar sobre la conducta humana. Al menos es lo que aparenta con los continuos quiebres o guiños al público por parte de los actores al recitar sus líneas. No podemos compararla con precisión, inclusive con los anteriores montajes de Lévano. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta dónde sucede la acción (según las propias palabras del director en el afiche): podría ser en la calle, dentro de un manicomio, en una cárcel, en un juzgado o bien podría ser sobre un escenario, en el que tres actores estrenan la obra “Francisco”. Los cinco o seis supuestos “personajes” (incluido un muñeco algo desaprovechado escénicamente) sufren a consecuencia de un ser llamado Francisco, que es interpretado por los mismos actores al colocarse unos lentes para piscina. El estrafalario vestuario y el recargado maquillaje supuestamente deberían darnos pistas para comprender las tribulaciones de estas víctimas de Francisco, pero al final resultan forzados dentro de la supuesta locura, que se ve forzada también en escena.
“FRANCISCO” sí funciona (y muy bien) como un solvente juego escénico producto de un logrado laboratorio experimental, gracias al trabajo en conjunto de sus tres intérpretes. Excelente labor de Gabriela Chero como Pamela, el personaje central del montaje y víctima consumada de Francisco, muy bien secundada por Eduardo Ramos y Karen Pérez, quienes interpretan con mucho aplomo el resto de personajes-víctimas, logrando los tres una total armonía, plena en ritmo y energía, común denominador de los montajes de Lévano. Algo más cercana a “Dana” que a “¿Qué hiciste Diego Díaz?”, la puesta en escena de “Francisco” confirma a Lévano como uno de los jóvenes dramaturgos-directores más interesantes del medio, lleno de locuras a veces espontáneas y a veces forzadas pero siempre agradecidas, destacando más que en la producción o en la dramaturgia, en una muy precisa dirección de actores, que saca el mejor provecho de cada intérprete.
Sergio Velarde
23 de marzo de 2010
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