sábado, 2 de junio de 2012

Crítica: LABERINTO DE MONSTRUOS

Notable revisión setentera

En medio de los Hairsprays, Cocinas y Dráculas de la cartelera teatral, que nos hacen reflexionar oportunamente sobre nuestro teatro más “visible” y que escrito sea de paso, sucede de igual manera en Broadway en donde ya “disfrutan” de la versión teatral de “Spiderman” (¿?), da gusto ver un montaje netamente nacional (escrito por César De María, dirigido por Roberto Ángeles y ambientado en nuestro país), que alcanza esa brillantez escénica que le es tan esquiva a algunas propuestas realizadas con las mejores intenciones, gracias a una sencilla y entrañable historia, a una precisa dirección de actores y a un grupo de jóvenes intérpretes que brillan con luz propia, alcanzando genuinos momentos de teatro. Laberinto de Monstruos, estrenada en la Biblioteca Nacional del Perú, es una lección que todo artista debería aprender, apreciar y disfrutar.

Ambientada en las vacaciones de Fiestas Patrias de la Lima de 1975, la historia nos presenta a cuatro jovencitos que entrarán a trabajar en el Laberinto de Monstruos de una feria itinerante. Las deudas que los adolescentes generan al comprar cosas en la feria, los motivan a urdir un plan: robar dentro del laberinto un maletín, supuestamente lleno de dinero, perteneciente al “Loco James”, un orate que merodea la zona, a quien atraerían con la ayuda de una amiga. Obviamente, el resultado no es el esperado, y a través de sentidos monólogos de los protagonistas, convertidos ahora en “monstruos” de verdad, nos enteramos de los estragos producidos por este hecho.

Los momentos de comedia y drama están muy bien resueltos: la pérdida de la inocencia y la imposibilidad de ser felices luego del atroz hecho cometido, contrasta con la alegría y vitalidad de los jóvenes, al espiar a la vecina desnuda o al bailar en el quinceañero de su amiga Jenny. La escenografía, que incluyen cajas con imágenes publicitarias de la época y la elección de la música, contribuyen a generar la revisión nostálgica. Fernando Luque, Juan José Espinoza, Carlos Casella y Nicolás Valdés resultan conmovedores y creíbles en cada uno de sus personajes. Buen trabajo de apoyo de la fresca Jely Reátegui y de Gabriel Iglesias como el estricto dueño de la feria.

Impecables actuaciones del elenco en pleno, gran trabajo en conjunto de los cuatro protagonistas y a destacar la presencia escénica de Luque, quien presenta y despide la puesta. Laberinto de Monstruos merece una reposición en un horario más asequible que los miércoles en la noche, pues es un espectáculo compacto, dinámico, estilizado, bien escrito y dirigido, que alcanza los brillos de otra obra del mismo autor, la notable Super Popper del año pasado, y que se convierte, por derecho propio, en el mejor estreno de teatro independiente hasta la fecha. La obra se presentará en Arequipa y Trujillo y esperamos la ansiada reposición a su regreso.

Sergio Velarde
02 de junio de 2012

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