viernes, 15 de octubre de 2021

Crítica: EL EXTRAÑO CASO DE ELIZABETH GRIMM


Insanias teatrales

Me gusta el trabajo de Cynthia Bravo. Su papel como amante tóxica en Los mellizos están dormidos y ahora, como mujer orate, siempre los desarrolla de una forma interesante. Sus movimientos, la actitud de intriga y el cuestionamiento a la acción los genera de una manera natural y en ese sentido, tiene un talento para la actuación con futuro. Sin embargo, estoy convencido que un actor por sí solo no puede hacer que un montaje funcione. Si el argumento, la historia y sobre todo, el guion son demasiado superficiales y con poco conflicto, el actor no puede hacer mucho. Esto sucedió con El extraño caso de Elizabeth Grimm, en donde muchos aspectos pudieron funcionar mejor.

En primer lugar, el título es muy similar a la famosa película candidata al Óscar, El curioso caso de Benjamin Button de David Fincher; no estoy seguro si se quiso hacer una narrativa parecida, ya que la trama giraba en torno a una enfermedad extraña y en este montaje todo gira en torno a una enfermedad mental. Durante la obra no queda claro qué era exactamente lo que padecía el personaje de Bravo (Elizabeth Grimm), pues los momentos en que sus otros personajes internos hablaban se producían de improviso y muy rápido. De esa manera, no había forma de determinar en qué momento era Elizabeth u otro personaje. Curiosamente, dichas escenas hacían recordar al personaje de Gollum de El Señor de los Anillos y sus luchas internas con sus múltiples yo.

Por otro lado, a diferencia de otros montajes dirigidos por Jorge Pecho, esta presentación no apeló mucho a lo audiovisual debido a lo mixto del formato. El montaje es presentado tanto para función presencial como virtual y se ve una gran diferencia. Para la virtualidad, la obra debe cuidar aspectos muy importantes, como la iluminación y el movimiento de cámara. Ese último aspecto es vital, ya que puede causar distracción en el espectador para entender la trama. La ambientación, en cambio, fue muy intrigante y con una tendencia al diseño minimalista. Felicitaciones a Luis Peche, encargado de le edición audiovisual y el diseño de arte. El Teatro Esencia es un espacio ideal para monólogos presenciales, como este montaje, principalmente por las dimensiones que ocupa.

Finalmente, El extraño caso de Elizabeth Grimm definitivamente califica como un montaje interesante, principalmente por la actuación de Bravo. Pero es un ejemplo muy claro que el teatro virtual durante estos dos años ya ha generado su propia dinámica y el teatro presencial, responde a otras. Personalmente, esta es una puesta que nos hace reflexionar sobre las consecuencias terribles que atraviesa una persona al perder la cordura; y futuras propuestas, con conflictos y personajes más intensos, pueden funcionar aun mucho mejor.

Enrique Pacheco

15 de octubre de 2021

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