miércoles, 14 de julio de 2021

Crítica #600: BICENTENARIO


Esperanza para un país sin memoria

Acercándose las celebraciones por los doscientos años de nuestra independencia (al menos, formalmente), la Dirección de Producción de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte Chamorro ENSAD viene presentando la temporada de Bicentenario, una creación colectiva dirigida por Ricardo Delgado Ayala, un interesante director de quien vimos la notable Curandero (2017) con el colectivo Angeldemonio, entre otras puestas presenciales. Bicentenario es un espectáculo en línea, que si bien se presenta en formato grabado, acierta al devolvernos el verdadero sentido del teatro: no solo cuenta con una sólida narrativa sobre un escenario en tiempo real, sino que además cumple con una de sus más preciadas virtudes, que es la de refrescarnos aquella memoria a la que el peruano promedio le cuesta tanto mantener.

El proceso que tuvo Bicentenario duró dos años, según palabras del director, en los que se exploraron las vidas de héroes y especialmente, heroínas de nuestra historia, teniendo como base la danza Tatash, proveniente de Huánuco y además Patrimonio Cultural de la Nación, que le rinde homenaje a la siembra y cosecha de la papa. Nuestras inigualables danzas folklóricas son la muestra palpable de un pueblo que no olvida sus orígenes y que transmite de esta manera sus historias por generaciones. La puesta de Delgado Ayala es pues, una fluida y enérgica coreografía, rica en detalles y símbolos, que nos cuenta las hazañas y sacrificios de muchos peruanos y peruanas, que lucharon por nuestra libertad con valentía y coraje. Ya desde el inicio, en el que los ocho actores se esconden indistintamente detrás de cuadros de nuestros próceres de la independencia, nos damos cuenta no solo que todos podemos sumar en la construcción de una verdadera patria independiente, sino que no debemos olvidar a muchos hombres y mujeres silenciados por la historia,  pero que lucharon por nuestra libertad e independencia.

Un excelente trabajo colectivo, como ya nos tienen acostumbrados los proyectos de la ENSAD en los últimos años, es el que nos demuestran Alexis Caballero, Juliet Pacahuala, Rafael Mena, Katerin Ganoza, Kelly Carrillo, Allison Huarcaya, Dennis Gutarra y Jorge Luis Castillo, quienes interpretan con brío y convicción a Bolívar, San Martín, Olaya y Túpac Amaru II, pero también a nuestra grandes heroínas, como María Parado de Bellido, Micaela Bastidas o Manuela Sáenz, así como otras menos conocidas como Tomasa Tito Condemayta, Brígida Silva de Ochoa o Rosa Campuzano. Significativo también el intercalar estas historias con las vergonzosas frases de muchos políticos y “padres de la patria” de nuestra actualidad, para darnos cuenta que acaso no hay mucho que “celebrar” en este bicentenario.

Y es que la crítica y el sarcasmo no le son ajenos al Bicentenario de Delgado; y eso es más que pertinente, especialmente en estos días en los que carecemos de un mandatario proclamado por argucias legales, provenientes seguramente de la corrupción, la conveniencia y hasta la más pura discriminación. La puesta cumple sobradamente como un registro histórico de nuestros heroico pasado y bochornoso presente; y como espectáculo que tiene a nuestra danza huancaína como una de sus máximas fortalezas es un inmejorable vehículo para contarnos historias que no debemos olvidar. Bicentenario sí que nos trae esperanza, fortalece nuestra identidad y nos invita a pensar de verdad en nuestro país, uno que va a cumplir doscientos años de “libertad”. ¿Celebrar o reflexionar?

Sergio Velarde

14 de julio de 2021

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