sábado, 8 de febrero de 2020

Crítica: LOS ÚLTIMOS DÍAS DE JUDAS ISCARIOTE


Sobre la culpa y el perdón

Los últimos días de Judas Iscariote, obra de Stephen Adly Guirgis, fue representada como parte del reciente ciclo de Prácticas escénicas de la ENSAD (Escuela Nacional Superior de Arte Dramático). Entre el Cielo y el Infierno existe Ciudad Esperanza, lugar donde se desarrolla el juicio para salvar a Judas Iscariote, el más polémico caso de traición de todos los tiempos. Durante este proceso, el público es parte de la acción  como “testigos” del juicio. El espectador tiene la oportunidad de ver personificados a personajes como Poncio Pilato, la Madre Teresa de Calcuta, Sigmund Freud, incluso Satanás, todos como testigos del acto jurídico. El montaje aborda temas como la misericordia, la libertad, el amor, el bien y el mal, todo bajo el contexto de un juicio lleno de momentos tanto cómicos como dramáticos, incluso trágicos.

La propuesta escénica se desarrolla en un almacén abandonado, con instalaciones totalmente deterioradas. Gracias a la creación de niveles dentro del espacio se pudo dar lugar a momentos de la obra ocurridos en otro tiempo, incluso en otro lugar. El color y la disposición de la escenografía permitían una permeabilidad espacio temporal con el apoyo de un uso especial de la iluminación. El espacio era bastante grande, por lo que la labor de los actores era llenarlo y complementarlo energéticamente. Sin embargo, muchas veces la potencia de los actores se veía insuficiente dentro del lugar, por lo que daba la impresión de una falta de energía en algunos personajes. Esto se debe, además, a que algunos personajes responsables de llevar el ritmo de la obra no estaban en el estado urgente que necesita un juicio como este. Los personajes de los abogados eran los encargados de llevar la acción; si bien consiguieron diferenciar momentos claves de la obra, por momentos “soltaban” el personaje, quitándole fuerza trascendental a ciertas escenas. Estuvieron presentes algunas deficiencias técnicas en los actores, como la falta de dicción y concentración. Personajes como el juez tuvieron un desempeño que hubiese podido ser más explotado si había un mejor manejo técnico del texto. Cabe resaltar el trabajo de los personajes de Judas y Satanás, quienes destacaron por evidenciar un trabajo lleno de detalles interesantes al ojo del espectador.

Toda la propuesta escénica engloba una construcción de estereotipos  actuales de la sociedad, con una personalización a detalle de cada participante de esta historia. El hecho de incluir al público en el juicio fue una decisión acertada, pues vuelve al espectador un agente activo dentro de la representación. Es interesante discutir temas como el perdón, la esperanza o el amor en épocas tan radicales como la nuestra, donde cada vez hay menos espacios para la reflexión. Son precisamente artes como el teatro el que debe dar lugar a momentos activos de pensamiento y estímulo sensible al público, de modo que estos puedan salir con preguntas por resolver luego de ver una puesta en escena.

Stefany Olivos
8 de febrero de 2020

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