jueves, 2 de mayo de 2024

Crítica: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO


Amante embrujado

Durante la puesta en escena despertaron muchas ideas en mi cabeza: por un lado, había una buena distribución espacial de los artistas, que ponía en relevancia la buena utilización de la luz; la proyección de la voz era adecuada, aunque la dicción no tanto. Había momentos donde no se entendía los textos, los cuerpos parecían estar preparados, pese a que su energía se mostraba en una sola tonalidad, cayendo en muchos momentos en un ritmo muerto, sin sorpresa.

Una cuestión, un tanto más general, es la elección de la obra: he observado varias puestas en la AAA y es usual que se monte Sueño de una noche de verano; esa situación hace que se pierda el interés en lo que está sucediendo. Quizá sea una estrategia de preparación o de pedagogía, pero desde una opinión personal, e incluso ajena a los procesos metodológicos de la institución, me gustaría observar otras propuestas que permitan mantener el interés y la emoción de los espectadores.

Claro está que esto no les puede parecer acertado a otras personas que disfrutan de los textos de esta obra de Shakespeare o que la ven por primera vez, solo es un comentario con todo respeto y admiración a la trayectoria y trabajo de los artistas que lideran la AAA y a los artistas que confían en dicha institución para su formación.

Otra opinión respecto al trabajo es la tendencia a recitar los textos; como comenté líneas atrás, desconozco la metodología de trabajo y puede que esto sea parte de la formación de los artistas, pero en ocasiones el mismo ritmo y la misma cadencia torna lenta el discurrir de la trama.

Hubo momentos muy dinámicos como las distribuciones circulares en la parte trasera del escenario, la luz no calzó exactamente con el cuerpo del intérprete al momento de apuntar; esa situación visualmente afecto un poco la expectación, puede que haya sido con intención, en todo caso debió ser mejor manejada. La utilización de la tela se pudo aprovechar mejor, hubo buenos momentos, la presencia de esa textura en el escenario es mágica y elevó muy bien algunas escenas. La distribución de los artistas y los desplazamientos fue de lo más interesante de la noche, acusa un ojo estricto por parte de la directora y un gran conocimiento de la distribución de la energía y el espacio. El mejor momento, desde mi apreciación, fue casi al centro de la obra donde corrieron en forma circular expresando sus textos: fue el momento de acusación de amor, el amante estaba embrujado y despreciaba a su amada; la obra llegó a su mejor punto y los cambios de ritmo y de energía fueron precisos.

Dentro del elenco hay artistas con muy buen manejo de voz, como el personaje del Burro o el Enamorado embrujado; las dos actrices que deambulaban entre el ser pasional también llenaban de candidez el espacio, y su belleza iba en tono con los colores del vestuario y de las luces.

Moisés Aurazo

2 de mayo de 2024

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