lunes, 20 de mayo de 2024

Crítica: MIRANDO AL TENDIDO


Entretenida reflexión y oportuno cuestionamiento

Mirando al tendido, escrita en 1987 por el dramaturgo Rodolfo Santana, se presentó en una corta temporada en el teatro del Centro Cultural del CAFAE-SE. Bajo la dirección de Willy Gutiérrez y la producción de La Máquina Producciones, la obra contó con las interpretaciones de Johan Escalante y Gian Paul Miranda.

La obra nos sumerge en una corrida de toros desde las perspectivas de un torero, conocido como El Niño, y un toro llamado Florentino. Ambos, heridos durante la faena, se ven obligados a debatir y enfrentarse en un duelo para determinar quién tiene derecho a seguir viviendo o si son merecedores de entrar al cielo o “al prado”, el cielo de los toros. Este texto, ameno y divertido, pone en cuestionamiento la corrida de toros, un deporte polémico donde entra en debate si el torero es un artista o es un criminal. Si bien el texto plantea algunas preguntas interesantes, tales como si tenemos los seres humanos el derecho de quitar la vida a un ser considerado inferior o si vale más la vida de un hombre que la de un animal. Estas se podrían ahondar aún más, ya que la historia tiene el potencial para generar un debate ético y moral interesante, pero que por momentos pierde solidez en su desarrollo debido a un texto que por momentos se queda en lo superficial y que no profundiza en el debate, considerando que es un tema aún vigente en nuestra sociedad actual.

Por otro lado, en cuanto a las interpretaciones, Miranda destaca por su trabajo físico al caracterizar a un animal imponente y ágil como el toro. Junto a Escalante, quien interpreta al torero español, logran una buena dupla de rivales que también aporta momentos cómicos, logrando un ritmo dinámico en la obra. La intervención de un tercer actor, como el asistente del torero, no aportaba mucho valor a la puesta en escena y sus transiciones faltaban pulir para que no pierda el buen ritmo conseguido entre los intérpretes principales.

La dirección de Gutiérrez brilla en los momentos culminantes de la obra. Las escenas en las que el toro pide piedad debido al sufrimiento causado por sus graves heridas están logradas con un potente juego de luces y efectos en cámara lenta, especialmente cuando el matador se dispone a lancear al animal. Estos son momentos de gran impacto y tensión, que capturan la crueldad del hecho y conmueven al público, y donde se evidencia este debate ético y moral de la obra. Asimismo, el timing de la obra es sostenido, con momentos de participación de los espectadores en la historia, logrando así capturar la atención del público.

Así, el montaje resulta en gran parte entretenido con momentos dramáticos que aportan matices de reflexión y cuestionamiento. Espero que puedan reponer la obra para que más personas puedan conocer más del trabajo de este equipo.

Alexandra Valdivieso Chudán

20 de mayo de 2024

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