sábado, 16 de julio de 2022

Crítica: ARTE


Críticas claras, amistades largas

Interactuar con otro puede ser de las prácticas más atractivas y lindas del ser humano, pero también puede ser complicada y llevarnos a cometer las peores decisiones de nuestras vidas. La relación amical no va lejos de esa idea. Tiende a manifestar tanta complejidad mantener una buena amistad como mantener una relación amorosa. Más aun si tratamos de guardar apariencias ante el inminente rompimiento de aquellos débiles lazos, ya monótonos e insoportables, del respeto y compresión hacia esa aparente alma amiga. Es así que la Asociación Cultural Cuerpos del Abismo nos trae una propuesta que explora la premisa antes mencionada mediante la divertida obra Arte de la dramaturga francesa Yasmina Reza, versión de Gonzalo Rodríguez Risco y bajo la dirección de Giovanni Vidori, presentado en el Teatro de Lucía.

Una pintura particular fue comprada por Sergio (Paco Solís Fúster), un amante del arte plástico, por una suma absurda de dinero; lo cual es duramente criticado por su mejor amigo Marc (Giovanni Vidori), un cínico historiador. Entonces para llegar a un consenso entra a escena Iván (Matías Spitzer), amigo de ambos, quien resulta el más amable, pero casi de manera trágica, clasemediero y poco culto del grupo. Todos los personajes perfectamente construidos en función de sus difíciles relaciones dentro de la narrativa, constituyendo un choque de diferencias sociales, ideológicas, económicas, solo por mencionar algunos aspectos. Esto es muy bien logrado en las actuaciones, cada uno con un estilo propio, en sintonía y ritmo entre los intérpretes.

Su trabajo demuestra de forma clara los problemas internos de los personajes frente a su debilitada confraternidad, creando momentos de mucha naturalidad en lo frágil, lo irónico e incluso lo crudo. Destacando, en especial, el manejo de los matices de Spitzer, ya que en sus textos largos hacia el público es cuando irradia una triste ternura al contar sus tragedias prematrimoniales y de trabajador mal asalariado.

Aquí lo que compone, a la vez que sintetiza el montaje, es la estética minimalista escogida por la dirección. El espacio brevemente acomodado por bancas o algunos objetos de utilería se llena al mostrar el cuadro básicamente en blanco, causa del conflicto principal y símbolo del postmodernismo cuestionado por sus conceptos intelectualoides, siendo el eje de los cuerpos de los actores en la mayor parte del tiempo que está en el escenario. Aunque no tenga que ver con la fragmentación de la amistad, su peso simbólico no es menos relevante.

Pocos textos implican temas de esta índole de una forma tan creativa y profunda. No solo porque puede uno identificarse en los personajes, sino debido a su reclamo por la tan obvia deshumanización de nosotros -casi por completo individualistas, hipócritas o mediocres-, comprobando que muchas veces somos sociales, pero en automático, sin tacto ni cariño, mucho menos amor. Puede que sea de esas contadas puestas de la cartelera que tenga tanto sentir humano.

Christopher Cruzado

16 de julio de 2022

No hay comentarios: