El horizonte del pasado
En primer lugar, debo
confesar que demoré en realizar esta crítica, pues quería darme un tiempo para
leer a la autora Estela Luna y de verdad, estoy muy emocionado que la espera haya
tenido sentido. La edición de la dramaturgia de esta autora está disponible parcialmente
en la página web institucional de la Escuela Nacional Superior de Arte
Dramático*.
El montaje me hizo
reflexionar sobre dos aspectos. En primer lugar, el trabajo del dramaturgo es
fundamental, pues tras él se esconden las emociones y sentimientos que se
mostrarán en la obra. En ese sentido, los actores
tienen una responsabilidad gigantesca al momento de realizar la lectura
dramatizada, estudiar e interiorizar el contexto de la obra. Es altamente probable que el actor sea propicio o
tenga cualidades que vayan más allá de su trabajo actoral. Me explico: si un
actor no ha vivido una dictadura, pues debe al menos leer mucho sobre esta y
tratar de empatizar con esta situación tan compleja. Al fin y al cabo, la
actuación no es imitar, sino es fomentar la creación del personaje a partir del
mismo trabajo físico del actor. ¿Puede un actor no
leer? En segundo lugar, me hizo
reflexionar lo poco que se representan los clásicos de dramaturgos peruanos
contemporáneos en las salas teatrales actuales. Se
presentan, pero no de la manera recurrente que uno podría esperar. Reconozco que Luna me era desconocida, pero luego
de leerla esta semana, me apasiona. Creo que los dramaturgos de montajes de
creación colectiva podrían recurrir a ellos mucho más a menudo. Luego de leer a
Luna, confieso que me hubiese gustado vivir en los noventa, conocer su obra y de
otras, como Sara Joffré. Mi generación fue diferente.
Por otro lado, el montaje,
bajo la dirección de Martín Velásquez, se puede resumir en una palabra:
extrañeza. Para Luna, el nivel de construcción de una realidad teatral
atravesaba problemáticas globales, históricas, ideológicas y cotidianas.
Después de ver las actuaciones de Cynthia Bravo y Daniela Sosa del Río, me
pareció ver más una comedia romántica que un cuestionamiento a las masculinidades
tóxicas y estereotipos femeninos, en el contexto de una dictadura. Las escenas
en las que el personaje de Sosa del Río hace referencia a las protestas
sociales a fines de los noventa generaban una sensación de extrañeza; con toda
honestidad, no sentía que su personaje, una profesora universitaria, realmente
empatizara desde su ventana con los jóvenes que reclamaban el fin de un régimen
déspota. La relación entre las protagonistas era muy amical y llegaba a ser,
por momentos, cómica y atractiva al público, pero con poca reflexión sobre el
contexto desde el cual partía la historia. En cambio, en el apartado estético
la situación cambia: lo más destacable fue la iluminación, así como la
escenografía muy realista. Me gustó particularmente que se cuidara los detalles
de una habitación de los años noventa.
A pesar de que el mensaje
no quedó del todo claro, solo por el hecho de que el montaje llegue a
entretener, recomendaría la obra a todo el público.
Enrique Pacheco
13 de julio de 2022
* Estela Luna. Nueve obras de teatro sobre el inicio y fin
del mundo. https://www.ensad.edu.pe/wp-content/uploads/2021/03/Estela-Luna-114-p.pdf
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