lunes, 10 de junio de 2019

Crítica: ABELARDO Y ELOÍSA EN EL INFIERNO


Una relación tóxica

El grupo de teatro Llaqta trajo una propuesta escénica del género comedia que satiriza un tema universal: el amor en el matrimonio. “Abelardo y Eloísa en el Infierno” fue escrita originalmente por Sergio Arrau, dirigida por Diego La Hoz y que contó con las actuaciones de Noraya Ccoyure (Eloísa), Fernando López (Abelardo) y Joseph Mendoza Andía (El amante).

En primer lugar, se debe mencionar que “Abelardo y Eloísa en el Infierno” se puede catalogar como una propuesta brechtiana, por el uso de elementos que generaron un efecto de distanciamiento muy evidentes durante el espectáculo. Por ejemplo, en un espacio del escenario colgaron sobre las luces, un aro del cual se desprendió una serie de auriculares de teléfonos antiguos, dando a una clara alusión a un lugar donde los personajes se comunican no solo por teléfono, sino que tienen recuerdos de eventos que no han sucedido. Además, al extremo  derecho del escenario estuvo sentado sobre una mesa llena de alcohol y libros, el personaje del amante italiano (Mendoza) escribiendo cartas y tomando en simultáneo, mientras actuaban los otros dos personajes. Este entraba en escena todo el tiempo, pero no estaba “actuando”; sin embargo, sí participó en los recuerdos de Eloísa. Es imposible no dejarse de preguntar qué es lo que exactamente hizo, lo cual dejó en intriga en todo momento.

El montaje tuvo una duración de una hora y media y consistió de un solo acto, en donde los tres actores estuvieron en constante movimiento. Lo más resaltante de la producción fue la acción de los personajes, ya que siempre estuvieron haciendo algo y esto, asertivamente, no dejó espacio para perder la concentración del público en averiguar qué es lo que estaba sucediendo. La acción dramática giró en torno a los intentos de Abelardo para conseguir recuperar el amor de su esposa Eloísa, y luego de que se sinceran sus sentimientos, se reveló una serie de episodios de infidelidad que resquebrajaron la ya débil relación de 20 años.

Por otro lado, respecto a aspectos del vestuario, se debe mencionar que este fue casual y poco colorido; no obstante, la utilería, a pesar de ser muy básica, fue realmente muy efectiva para transmitir significados. El elemento del aro con cables de teléfonos colgando fue lo que más llamó la atención y generó interés. Se trató de una clara alegoría a la comunicación, y esto al mismo tiempo se asocia con el significado del montaje: la falta de comunicación como factor destructor de una relación sentimental. La escena final terminó precisamente sobre este aro. Abordando otros aspectos estéticos, la falta de música durante la obra dejó una sensación de que hubiese sido muy necesaria para emocionar aún más; en los momentos de más tensión de los personajes, esta habría sido muy conmovedora.

Respecto a las actuaciones, López destacó por su habilidad para representar la ironía del personaje de Abelardo, además logró transmitir en su lenguaje corporal la poca vergüenza de este frente a situaciones que le encara Eloísa. Por otro lado, la actuacion de Ccoyure, como una esposa indiferente a la infidelidad, fue clara. Finalmente, “Abelardo y Eloísa en el Infierno” se trató de una obra que nos conminó a reflexionar acerca de las posibilidades del amor ante el desgaste del tiempo en este mundo contemporáneo. Estuvo en corta temporada en el Teatro de la Asociación de Artistas Aficionados.

Enrique Pacheco
10 de junio de 2019

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