No somos tan distintos
"Todos tenemos algo en común" bien podría
ser el colofón de la obra Invencible (2014), actualmente en cartelera en el
Teatro de Lucía. Escrita por el dramaturgo y guionista inglés Torben Betts y
dirigida por Rodrigo Falla Brousset, esta comedia nos revela que algunas veces,
poner en evidencia nuestras diferencias con el otro resulta ser el espejo en el
cual nos vemos reflejados.
En escena, una pareja que atraviesa por
problemas económicos –Emilia y Oliver, interpretados por Valeria Escandón y
Alfonso Dibós- debe mudarse a un barrio alejado y modesto, abandonando las
comodidades que acostumbraban tener; con la finalidad de adaptarse a los
cambios, invitan a sus nuevos vecinos –Alan y Daniela, interpretados por
Nicolás Fantinato y Lia Camilo- a casa. En medio de las conversaciones, surgen
temas controvertidos que versan sobre la política, el arte, los deportes, los
secretos íntimos y un gato. Sí, un gato cuyo nombre y figura serán los responsables
de generar más de una confusión entre los vecinos.
Apostando por una escenografía funcional
(una sala decorada con pinturas y estantería), adaptable a los distintos usos
por parte de los actores, el montaje transcurre en dos actos: en el primero,
Emilia y Oliver muestran sus discrepancias respecto a la formalidad de su vida
en pareja y reciben a sus vecinos, a quienes reconocen como personas distintas a
ellos (por su modo de vestir, de hablar, por sus modales, por sus ideas,
pasatiempos, entre otros detalles), surgiendo el conflicto cuando Alan le pide
a Emilia su opinión acerca de los retratos que él hace de su gato; y en el
segundo, se produce un giro hacia el drama, ya que los personajes experimentan
una suerte de ‘evolución emocional’, que va desde la burla hasta el dolor más
honesto. Este cambio funciona, porque permite al espectador conectarse aún más
con la historia, con la situación y con el personaje, por ende, las risas son
más genuinas también. Se aprecia el ejercicio hábil de la dramaturgia, que termina
convirtiendo un hecho cotidiano en uno teatral.
Mención aparte merecen estos personajes,
interpretados con suma verdad y precisión por el elenco, permitiendo que la
vulnerabilidad surja naturalmente. Emilia, una mujer de pensamiento libre pero
ideas muy fijas, que termina imponiéndose casi con imprudencia; Oliver, intentado
ser escuchado y validado por su pareja; Daniela, que guarda un dolor que va más
allá de su atractivo físico; y Alan, un hombre sencillo, con sutiles rasgos de
inocencia pero incapaz de escuchar a su esposa. Vuelvo a repetir: ver a los
personajes evolucionar y transformarse es siempre agradecido.
Invencible, a primera vista, nos acerca a
nuestras individualidades como humanos; sin embargo, refleja también la
importancia de vernos más allá de las diferencias sociales o económicas, pues a
la hora de enfermar, de sufrir o alegrarnos, no somos tan distintos.
Maria Cristina Mory Cárdenas
22 de abril de 2019
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