El primer vuelo de Alejandra Núñez
Es un gusto ver cómo durante los últimos años han surgido
nuevas figuras en el mundo de las artes escénicas; actores, directores y
dramaturgos que han apostado por ellos mismos. Este es el caso de Alejandra Nuñez,
una joven dramaturga que nos ha presentado en temporada su primera obra como autora
y directora: “Eurotrash”, una obra que con su solo título -eurotrash: basura
europea- nos remite a un viaje, juventud desenfrenada, cuestionamientos
personales.
Esta historia nos narra una serie de viajes paralelos, tanto
espaciales como personales. Una familia privilegiada limeña. La hija mayor, Paola,
ha aparecido muerta en una calle española con una libreta en la mano. En ella
tres nombres escritos: Juliana (Ximena Arroyo), Nuria (Wendy Nishimazuruga) y
Roen (Mario Gaviria). Rosario (Natalia Torres Vilar), madre de Paola, irá con
aquella libreta a conocer realmente la vida de su hija en Europa. La historia
nos permite acompañar a Rosario en el proceso de aceptación de la muerte de su
hija, proceso para el cual va a ser de gran ayuda cada una de las personas que
va a encontrar en España. La revelación de aspectos de su hija que no conocía
va a llevarla a reconfigurar su contexto, a cuestionarse sobre si su vida está
yendo en el camino correcto.
Esta obra ha englobado muchas connotaciones que me llevan a
varias conclusiones. En primer lugar, se puede notar que efectivamente
“Eurotrash” es una primera obra consolidada de una dramaturga en sus inicios.
Hay una cierta inocencia en el modo de englobar el mundo de los personajes y
sus dramas. Por otro lado, la personalidad de Rosario y su búsqueda de la
verdad es una actitud propia de los jóvenes de hoy en día. El hecho de que el
padre (Antonio Arrué) sea congresista le da un contexto muy común para
presentar la disfunción familiar de una familia acomodada. Es fácil de conectar
que en una familia como aquella es común la falta de comunicación entre sus
miembros. La autora ha depositado en cada uno de los miembros de la familia
posturas claramente contrarios: un padre congresista como defensor de las
apariencias, un hijo hasta cierto punto heteronormativo que está en contra de
la partida de Rosario a España, una hija que, al ser la menor, tiene una visión
más abierta y consciente de su situación familiar y que notoriamente no tiene
cosas en común con el resto de su familia. Los personajes que en la obra son
españoles son inocentemente a propósito opuestos a Rosario: personajes,
grandes, liberales, resueltos y, aunque Rosario no quiera aceptarlo, tienen más
cosas que ella en común con Paola.
Me quedé con ganas de más. Es una historia grande, aborda
contextos fáciles de reconocer. A nivel actoral me pareció impecable, dirigidos
con mucho tino y con recursos escenográficos simples y precisos para la
historia. Sin embargo, la obra fue muy corta, no me permitió cerrar una idea
circular de la historia. Fue como un resumen de imaginarios, me llevaba una
idea general de cada personaje en función de la obra pero no pude ahondar en el
drama que la historia proponía. Sin embargo, me parece que al ser una primera
obra está bien lograda, una buena elección de actores: cada personaje tuvo una
característica peculiar, fresca, muy de nuestro tiempo. Una obra que me dejó con
muchas preguntas, sobre todo con relación al desenlace de los personajes; todo
esto bajo el brazo de una autora que promete ser una nueva figura de la
dramaturgia peruana y que, después de ver este primer trabajo, se lleva mis
felicitaciones, hacen falta cada vez más artistas escénicos que se atrevan a
mostrar sus creaciones.
Stefany Milagros Olivos Saavedra
20 de junio de 2017
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