Entender para ser entendidos
Cómo describir en una obra de teatro una determinada
condición de vida, sin caer en extremos como el ridículo, la victimización o la
propia insensibilidad. Tal parece que “El Curioso Incidente del Perro a
Medianoche” ha logrado hacerlo con sutileza, abordando un tema que toca a un
nutrido grupo de personas que viven con esta condición: el Autismo.
Nishme Súmar (la directora) ha planteado la historia con una
visión humanista y real de la sociedad en la que vivimos. Esta pieza teatral
adaptada por Simon Stephens, basada en la novela de Mark Haddon, gira en torno
al mundo de Cristóbal (Emanuel Soriano), quien al descubrir el asesinato del
perro de su vecina y ser el principal sospechoso, buscará encontrar la verdad
iniciando una particular investigación, que lo llevará a descubrir algo más que
al culpable.
La interacción de Cristóbal -interpretado con osada
honestidad por Soriano- con los personajes de la obra se desenvuelve en su
peculiar modo de ver percibir las cosas, la brillantez y lógica de la mente de
este adolescente, le permite realizar cálculos y operaciones abstractas de
forma natural; sin embargo, las situaciones más simples y cotidianas del día a
día pueden tornarse complicadas para él, rechaza el contacto físico y tiene una
rutina casi militar. La relación con sus padres (interpretados por Gianella
Neyra y Gonzalo Molina) es otro factor que refleja lo difícil que resulta
conectar a nivel emocional con personas autistas o con síndrome de Asperger. En
la puesta, se ponen a prueba la paciencia, aceptación y amor incondicional.
No obstante, Cristóbal debe enfrentar otros retos que lo
ponen al límite en respecto a su relación con la sociedad y cómo ésta –en el
caso de Lima- carece de herramientas y conocimiento para adaptarse
a personas que tienen el mismo derecho convivir y desarrollarse, sin importar
su condición de vida. En ese camino, el personaje principal desarrolla
habilidades que le permiten conseguir determinados objetivos, haciendo frente a
un entorno agresivo y acostumbrado a no detenerse a observar, a comprender, a tener
empatía.
Una obra que se atreve a poner en vitrina una realidad que
no todos estamos preparados para entender; con personajes convertidos en piezas
que Cristóbal maneja en su mente de forma distinta. Acotando en este punto, lo
curioso de los efectos y juegos entre los personajes, que traducían cómo ve el
mundo este personaje; enviando, en principio un mensaje confuso al espectador,
pero que termina justificado por la calidez y verdad de la obra.
Invitando a reflexionar sobre cuánto estamos dispuestos a
hacer para integrar y no juzgar, para aceptar a quienes están ahí y deben ser
parte de una sociedad más permisiva y sobre todo HUMANA.
Maria Cristina Mory Cárdenas
10 de junio de 2017
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