La memoria del olvido
¿Cuánto pesa el olvido? ¿Cuánto cuesta recordar? ¿A qué nos
enfrentamos con la incomodidad de una verdad? Estas interrogantes y otras
tantas se plantean en la obra NN12, escrita por la dramaturga española Gracia
Morales, cuyo texto obtuvo el XVII Premio de la Sociedad General de Autores y
Editores (SGAE) de Teatro 2008 en España, presentándose en el Perú -bajo la
acertada dirección de Martín Medina- en el teatro Racional.
En esta puesta se relata, con crudeza y realismo, una
historia que ocurre en un lugar y momento inexacto; no obstante, alude a una
época de opresión y absoluto irrespeto a los Derechos Humanos. Las
desapariciones forzadas, crímenes de lesa humanidad, entre otros delitos que se
han cometido a lo largo de la historia, atañen a cualquier país del mundo que
haya padecido los desastres de la violencia que deriva de una dictadura
política o el terrorismo. La trama gira alrededor de una mujer desaparecida
hace 27 años, sin identidad y sin voz para contar qué sucedió, por qué y cómo
terminó siendo una NN.
Con una contundente primera escena, engalanada con la
aparición de Reynaldo Arenas (interpretando al teniente Ernesto N.), deja la
intriga de aquello que irá develándose a través del propio relato de ese
cuerpo, la NN12 interpretada con destreza y potencia por Patty Madueño; siendo
pieza clave la investigación de una corajuda forense –interpretada finamente
por Leticia Narvarte- quien busca darle un nombre y sobre todo un pasado a ese
cuerpo que no puede hacerlo sin su ayuda. Por otro lado, un muchacho en la
orfandad –interpretado por Miguel Agurto- quien sin saberlo está a punto de
conocer su origen, a pesar que detrás del mismo se oculta una trágica realidad.
Cuatro personajes cuyas vidas se entrelazan, interactuando en un mismo plano,
los vivos y un alma que no tiene descanso.
Un perturbador pero necesario relato, para recordar que en
nuestro país hubo un periodo de horror e injusticia, que inocentes o culpables (vidas
humanas) se perdieron de una forma antinatural -si cabe el término- y esos
hechos no pueden ser olvidados, que precisamente la memoria (encarnada en la
Comisión de la Verdad y la Reconciliación y en cada uno de nosotros) hace
posible que esto no se repita. NN12 comparte ese sentimiento de no callar, de
no dejar historias a medias y vidas interrumpidas por actos radicalistas e
ilógicos; logrando calar hondo en un espacio íntimo entre actores y público.
Una obra que en sus momentos culminantes, nos presenta a una
NN (por fin con un nombre) quien refería que el olvido tomaba lugar por un
trabajo constante, pues: “… al desaparecido hay que seguir desapareciéndolo día
a día…”. Situación, que por un bienestar social y digno, no debe volver a
suceder.
Maria Cristina Mory Cárdenas
19 de junio de 2017
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