El obús que todos tenemos en el corazón
El público limeño tuvo la oportunidad de ver una de las
obras españolas más reconocidas de los últimos años. Con el motivo de “Europa
Móvil”, un evento organizado por diferentes entidades europeas instaladas en nuestra
ciudad, la Alianza Francesa tuvo en sus tablas “Un obús en el corazón”,
impactante historia encarnada por el actor Hovik Keuchkerian, escrita por Wajsi
Mouawad, bajo la adaptación y dirección de Santiago Sánchez.
“Un obús en el corazón” nos cuenta la historia de Wahab, un
hombre que en medio de la noche recibe una llamada telefónica. Alguien al otro le dice “ven”, hay una mala
noticia de por medio. El protagonista sale inmediatamente
de su casa hacia el hospital donde su madre está gravemente enferma. A lo largo de la obra y en el trayecto hacia
el hospital, se nos muestra un viaje donde el público actúa como testigo
omnisciente, haciéndonos testigos del mundo interno de Wahab que lo lleva desde
la incomprensión hasta la más sincera necesidad de perdonar. Durante el camino
hacia el hospital, el personaje principal empieza a recordar sucesos de su
vida, invitándolo así a hacer un balance de su vida. De ese modo nos hace
partícipes de un episodio que marcó su infancia para siempre: siendo muy
pequeño, Wahab vio un bus lleno de palestinos refugiados ser incendiado y
acribillado a inicios de la guerra civil libanesa.
La obra es un durísimo relato de la vida de una persona
marcada por la guerra desde su infancia. ¿Qué pasa si nacemos en el mismo año
que comienza una guerra? La sensación de ser hermano de la guerra es uno de
sucesos que marca a Wahab para siempre: él no olvida, no puede vivir como si
nada hubiese pasado, no tolera que el resto de su familia sí lo pueda hacer.
La obra está llena de códigos teatrales minimalistas, donde
elementos tan cotidianos como una silla bastan para poder recrear cada uno de
los recuerdos y sucesos que el actor va mostrando, acompañado de melodías
puestas como pinceladas precisas durante la obra. Cada uno de los relatos del
personaje se ven acompañados de una atmósfera donde el actor es quien se
encarga de transportarnos en este viaje de reconocimiento personal hacia el
hecho de perdonarse a sí mismo, a la guerra, a su madre. Nunca se hace mención
de alguna guerra específica, por lo que al
público nos da carta abierta para relacionarlo con nuestro propio
contexto. Me queda la sensación personal de que esta obra, así como muestra el
viaje del personaje hacia un perdón absoluto y una suerte de “cierre” de
aquella etapa de su vida, el público ha podido acompañar este viaje como un
personaje más, a veces siendo la memoria de Wahab, a veces siendo su inconsciente,
su mejor amigo, etcétera, de modo que facilita conectar con este crudo relato,
nos permite entender ese lado humano que se resquebraja en un contexto de
violencia, un llamado a la memoria como elemento de reconciliación.
Stefany Olivos Saavedra
10 de junio de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario