Godot o la esperanza de seguir esperando
Samuel Beckett (Dublin, 1906 – París, 1989) poeta,
novelista, crítico y dramaturgo produjo uno de los más importantes textos del
teatro contemporáneo estrenado en 1953, “Esperando a Godot” se ha convertido en
un ícono, no solo del teatro del absurdo, también en la (anti) obra que refleja
esa angustia del hombre por darle sentido a su existencia, aquella que como
para Vladimir y Estragón únicamente da vueltas sobre la esperanza traducida en
la (no)acción de esperar una promesa de la cual solo se tiene la imperiosa
necesidad de que se cumpla, en un mundo donde las certezas absolutas no
existen. Tal vez de ahí la imperiosa necesidad del director, Omar del Águila,
para hacernos sentir que algo debe (o debería) pasar mientras pareciese que
nada ocurre.
Esta obra apareció en un contexto en que el hombre europeo sentía
ya la espera de los paraísos prometidos. Las claras alusiones en la obra a la
religión o a las condiciones socio políticas como en las referencias a la
Biblia, las clases de religión o en el binomio Pozzo-Lucky, no se pueden dejar
de notar en ese humor trasgresor de la obra o en el nombre de Lucky, que
traducido significa afortunado, con suerte.
Esta vez la Asociación de Artistas Aficionados, con ocasión
de su 79 aniversario acomete la riesgosa tarea (¿cuándo no hay riesgo en la
creación artística?) de poner en escena esta emblemática obra de dos actos
totalmente circulares, donde los patrones se repiten, incluso la presencia de
Pozzo, Lucky y el muchacho, contenidos en un espacio tiempo inasible donde
Vladimir y Estragón hablan justamente para que el tiempo pase, hasta ese final
contundente de hacer no haciendo.
Manuel Calderón construye un Vladimir eficiente y solvente que
se convierte en el eje, dudando siempre de una manera lógica y vital, como en
el momento en que cuestiona a los evangelistas sobre el pasaje bíblico de los
ladrones, o del modo en que cuestiona a Pozzo sobre la manera en que trata a
Lucky.
Estragón, interpretado por Ximena Arroyo, quien demuestra
una vez más sus cualidades de artista del teatro, se constituye la contraparte
de Didí con preocupaciones más inmediatas como el dolor, el hambre o el sueño,
muchas veces poniendo en aprietos a Vladimir.
Percy Velarde y Juan José Oviedo encarnan la dupla Pozzo –
Lucky, que irrumpen quebrando la monotonía de la situación, un Pozzo cuyo
pensamiento se diferencia del de Estragón porque se construye ya no sobre la
duda, sino sobre la necesidad de justificar su rol de “propietario” no solo del
lugar también del ser humano, lo vemos así apropiándose del espacio y la
situación a través de su accionar y de su discurso pretendidamente superior. Dupla
no únicamente por la situación dramática, sino porque la existencia de cada uno
se sustenta con solvencia en la del otro, como el irónicamente patético Lucky
que ha renunciado a su condición de ser humano, a su derecho de libertad.
El muchacho, Omar Rosales, no por poca presencia es menos
importante, pues se convierte en ese absurdo y necesario momento en el cual
esperamos la señal que nos obligue a no tomar esa decisión lógica que acabaría
con nuestras vagas esperanzas.
El espacio, escenografía e iluminación a cargo de José Luis
Valles y Luis Godoy respectivamente, logran una interesante atmósfera de
espacio sin principio ni fin, imagen de un tiempo discontinuo que
constantemente se quiebra.
No es gratuito el manejo de una comicidad particular
(deudora además de grandes cómicos) que devela una tragedia interna y que se
convierte en la herramienta de la dirección para desarrollar una situación en
una obra sin argumento en el sentido clásico y con la cual logra capturarnos
durante dos horas en un mundo donde las cosas parecen sucederse sin ningún
sentido.
El montaje tiene la virtud de habernos acercado a las
interrogantes de Beckett de una manera lúdica y honesta, donde las miradas de
Lucky hacia el espectador nos convierte en cómplices obligándonos a pensar si
seguiremos esperando, ¿qué? esa será una pregunta que cada espectador tendrá
que hacerse, ¿seguiremos sentados esperando o iremos al encuentro de la
respuesta?
Beto Romero
15 de junio de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario