La fortuna no es casualidad
Cuántos no hemos evocado a la fortuna, al azar o a los
buenos augurios alguna vez (o casi siempre) para enfrentar distintas
situaciones de la vida. Lo cierto es que la puesta en escena “La pícara suerte”,
escrita por el recordado poeta, dramaturgo y periodista peruano Leonidas Yerovi
en 1914 y dirigida con genial habilidad por Mateo Chiarella, nos presenta la
historia de Felipe -interpretado con destreza y naturalidad por José Dammert-
quien ha perdido todo, está a punto de ser desalojado y tiene fama de ser un
Don Juan.
Es allí que interviene su inseparable amigo Ortiz
–interpretado con por el actor Pold
Gastello- para ofrecerle una solución que remediará su ingrata situación:
apostar lo poco que le queda en la ruleta; suscitando los líos más inesperados,
que irán tejiendo una hilarante trama de principio a fin.
La obra, que se presenta en el teatro Ricardo Blume, nos
conecta con esa parte expectante e ilusoria que todo ser humano ha
experimentado en algún momento, dejándose llevar por el destino; muchas veces
evadiendo la realidad y la responsabilidad de tomar decisiones que den solución
a los problemas. Otro punto notable es la picardía y viveza con la que ciertas
personas suelen conducirse, utilizando una serie de artimañas para salirse con
la suya. Hechos que debe juzgar el propio espectador, sin perder la sonrisa
garantizada con cada actuación.
Particularmente, queda la impresión de un elenco que calza
perfectamente con lo que se está contando, como si los personajes hubieran sido
pensados para ser interpretados solo por ellos; un armonioso engranaje
completado por el experimentado Ramón García, Lilian Nieto, Mayella Lloclla,
Anneliese Fiedler, Marco Miguel Ravines, Chipi Proaño, Danitza de Bona y Olga
Acosta.
Una comedia que no tiene pierde si de reír se trata; cada
movimiento, gestualidad e interacción permite captar la atención del público.
Que a su vez, lleva un claro mensaje que invita a reflexionar sobre los
vaivenes que esa pícara y a veces esquiva suerte desencadena en nuestras vidas,
para bien o para mal. La misma que nos recuerda que así como se pierde, también
se gana, y que a pesar de pretender que la casualidad nos ofrezca las
respuestas, estas se encuentran en nuestro interior, solo hay que prestar
atención y será fácil reconocerlas.
Y finalmente, más que pedirle a los astros que confabulen a
nuestro favor para obtener cosas materiales… “La pícara suerte” puede hacer un mejor trabajo,
permitiéndonos conocer el amor verdadero.
Maria Cristina Mory Cárdenas
13 de junio de 2017
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