domingo, 22 de enero de 2023

Crítica: PEREGRINOS


La comedia es existencial

Por ende, usted será quien considere este espectáculo una comedia como tal. O no. Silencio en la sala. Bajo una dirección escénica concreta y útil. Las cuatro técnicas aplicadas en esta obra teatral lo retratan así. Ba dum tsss. No obstante, son actrices y actores con habilidades suficientes para ser capaces de probar un poco de la misma historia que comparten: arriesgarse a peregrinar desde sus labores. Peregrinar de una misma, uno mismo y sus formas. Ahí radicaría la esencia del arte, del teatro. La constante peregrinación: la búsqueda de lo extraño, del detalle, de la vida en transformación, cambio que otorga libertad, esa que desde sus personajes planean conseguir.

La ironía entre el arte y la vida plasmada por Un suertero (Pancho Fierro) costumbrista y charlatán, que desde su convicción o falsedad, a fin de cuentas, se muestra sediento de libertad; muy bien resuelto, comparte a sus pares un discurso existencial en oposición a la idea clásica de objeto-sujeto a lo obsoleto, al abandono, al traslado a una sala de arte o depósito, generando así el conflicto para con La dama del armiño (Leonardo da Vinci) y el Autorretrato como alegoría de la pintura (Artemisia Gentileschi), correspondientes al Renacimiento y Barroco, respectivamente, que desde lo actoral desconciertan –con acciones gratuitas y sin justificar- inicialmente, pues se muestran bastante alejadas de lo que podría intuirse buscaban retratar sus creadores, para quizá, a mitad de función, de manera certera –gracias al texto- cerrar con una sorpresa inesperada. Sin embargo, esto no será un obstáculo; es más, se observa bien aprovechado para después de una buena charla, juego y exceso de deseo, enriquecer el ímpetu del Suertero por peregrinar y, a raíz de su nueva condición revelada, emprendan con mayor necesidad la búsqueda de libertad. Ganando así las tres obras de arte, profundidad ante el traficante de cuadros que reflejaría la imagen humana actual: dependiente de algún vicio, conectado a un teléfono celular y de compañera, la soledad; el cual claramente no parece tener idea del para qué en su vida.

Co mi quí si mo.

Cuatro técnicas que desconectadas trastabillan, pero a medida que avanza la acción en Peregrinos, logran complementarse por la destacada labor de Manuel Gold, que la suda desde el inicio hasta el final, porque ahí está. Funcionan, pero podrían hacerlo más; solo basta con agudizar la escucha e ir más allá. Así ganaría la necesaria profundidad que les ofrece el mismo texto, siendo este el que se lleva la honorabilidad por ser una dramaturgia bien lograda que parece invitarnos a cuestionar quiénes somos o qué nos hace ser lo que somos; a quién copiamos, y si no, qué nos hace original; para qué estamos en esta vida; qué papel jugamos en una sociedad sobreestimulada de discursos, íconos, símbolos y simulacros; ¿nos espera ser suplantados y olvidados como los cuadros?, ¿acaso somos verdaderamente libres como pensamos?

Conny Betzabé

22 de enero de 2023

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