lunes, 16 de enero de 2023

Crítica: CASI DON QUIJOTE


No hay teatro sin un sueño, no hay sueños sin teatro

Según la RAE, Teatro significa “lugar dónde nacen y se hacen realidad los sueños”. No es cierto, pero debería ser una acepción. Porque es lo que se logra percibir de inicio a fin, gracias a esta propuesta teatral muy bien lograda y apta para todo público. En esta ocasión, una reposición con elenco nuevo bajo la afortunada dirección de Paloma Reyes de Sá, quien sabe aprovechar lo mejor de cada una de las actrices y actores. Así, esta comedia familiar alcanza captar la atención de grandes y chicos por su formato íntimo en la Paya Casa desde la primera llamada, pues te acoge con una atmósfera de hogar-comunidad arriesgada y creativa, además de acertada para el desarrollo de la historia de la mano de los cinco artistas, quienes con sus talentos, particularidades y personalidades, diríase que de manera bastante metateatral, consiguen una yuxtaposición entre la realidad de lo que concierne a la creación artística de una pieza teatral y la ficción misma del entrañable Miguel de Cervantes en su novela Don Quijote de la Mancha; componiendo así, como ellos mismos lo dejan claro, su versión Casi Don Quijote.

Asimismo, se alcanza a apreciar la “mística” teatral detrás de este gran espectáculo gracias a la certera estrategia musical, una partitura de texto -por decirlo así- ya que se presenta abierta al juego mediante la necesaria escucha que les permite la improvisación, resolución y transformación de errores en escena a través de la maravillosa magia del clown; siendo este un espectáculo escénicamente estratégico, con un espacio íntimo como limpio en todas sus dimensiones. Únicamente con la observación de, tal vez, equilibrar los volúmenes de audios e instrumentos en relación a las voces de los actores para que no se pierda ninguna información.

De modo tal que esta propuesta te abraza por la energía única y extraordinaria de cada una de las actrices y actores: un Roni Ramírez que disfruta el error; alta escucha de la mano de Joamoc More; Atria Fiol, súper lúdica; Julian Reyes, necesario, organizado y organizador; y Úrsula Palomino, jugándosela con pasión. Así como de la misma dramaturgia que nos van representando y narrando. Aunado a la ruptura del tiempo y espacio muy bien acompañados por las luces y utilería precisas, que invitan a involucrarse en el viaje de los –inicialmente– fracasados artistas que, poco a poco en el hacer, irán descubriendo que el trabajo en equipo, la aceptación y compañía del otro, la identificación de deficiencias y virtudes propias dejando de lado el ego, será el camino para lograr nuestros sueños. Entonces el juego, la complicidad y las ganas de hacer realidad cada uno de estos, acompañará a los apreciables personajes a correr el riesgo de montar nada más y nada menos que su versión pospandemica/performática/virtual/presencial a la cual llamarán Casi Don Quijote. 

Conny Betzabé

16 de enero de 2023

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