Violencia normalizada
Repuesta en innumerables ocasiones, no solo para montajes
profesionales sino también en las muestras de estudiantes de actuación, la ya
clásica pieza del autor brasilero Plinio Marcos, Perdidos en una noche sucia (Dois
perdidos numa noite suja, 1966) no ha perdido un ápice de vigencia, debido
a la cruda realidad que retrata y que además cobra capital importancia en
temporadas cuando se nos bombardea en todos los noticieros con el feroz avance
de la delincuencia. La puesta a cargo de El Club De Los Aquellos, como parte de
la programación de eventos culturales por el Bicentenario de Brasil, resulta muy
efectiva e inquietante al presentar las miserias de miles de jóvenes sin
oportunidades, verdaderas bombas de tiempo que constituyen un serio peligro
para la sociedad y para ellos mismos.
La historia es ya conocida, sencilla en apariencia, pero que
esconde toda una problemática que pareciera imposible de resolver. Un par de
zapatos de vestir decentes es todo lo que necesita Toño para salir de la
miserable vida que lleva, pero su compañero Paco no está dispuesto a dárselos,
desencadenando una terrible espiral de violencia. El director Daniel Goya
aprovecha el espacio del Teatro Barranco de manera circular, lo que constituye
todo un acierto. Es ahí donde aparecen estos dos cargadores de mercado, dentro
de unas cajas de frutas, como si fueran animales enjaulados a punto de salir en
libertad. La imagen es poderosa, más aún con los actores interactuando entre
ellos tan cerca de los espectadores en primera fila. A pesar de su juventud, Alfredo
Motta y Eduardo Suárez realizan una muy buena performance, en general.
Se puede señalar ciertos detalles durante la función, como el
valioso monólogo externo del inicio que bien podría tener cabida en otro tipo
de espectáculo, o la dosificación de la energía de los intérpretes en determinadas
secuencias, o los visibles brackets de uno de ellos, o la ausencia sonora en la impactante resolución final. No obstante, Goya aprovecha
la frescura e intensidad de Motta y Suárez para sumergirnos en esta historia
durante más de una hora, en la que vemos cara a cara la sinrazón, la desigualdad,
la envidia y la violencia normalizada. Perdidos
en una noche sucia siempre tendrá vigencia, mientras no nos cuestionemos
acerca de los enormes males sociales que nos aquejan y que sorprendentemente
aún convivimos con ellos desde la indiferencia.
Sergio Velarde
14 de setiembre de 2022
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