Juventud incomprendida e incomunicada
Tres instituciones son las encargadas de devolvernos poco a
poco la (irremplazable) experiencia presencial del teatro: la Alianza Francesa
de Lima, la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte
Chamorro de Perú (ENSAD) y la Escuela Nacional de las Artes y Técnicas del
Teatro de Lyon (ENSATT, Francia) se unen para estrenar la coproducción
francoperuana Nuestros cuerpos sin
memoria, basada en la pieza Los Fundacionistas
del dramaturgo francés Baptiste Amann, en la sala de la Alianza
Francesa. Se trata de una interesante puesta que plantea una realidad latente y
paradójica, como es la incomunicación entre los jóvenes ante un mundo supuestamente
cada vez más “interconectado”, gracias a los grandes avances tecnológicos que
disfrutamos.
Y es interesante porque la experimentada directora francesa Sarah
Delaby-Rochette nos hace patente esta carencia total de escucha y empatía desde
que empieza la acción, en medio de una reunión social entre seis muchachos,
tres damas y tres varones, en una casa de playa. Todos parecen tener muchas
cosas que decir, y lo hacen, pero nadie parece percatarse o al menos,
interesarse en el otro. Es así que escuchamos tensas disertaciones sobre separaciones,
intolerancia, extremismos, culpas, frustraciones, sueños convertidos en
pesadillas, pero que poco importan ante la urgencia de grabar un tik tok. Toda la
primera secuencia, con algunos monólogos en aparte de los conflictivos y
conflictuados personajes y además, todos moviéndose por el espacio y luego permaneciendo
estáticos intermitentemente, contribuye a generar un desconcierto inicial premeditado,
pero que luego va in crescendo hasta alcanzar incontrolables niveles de
violencia.
La escenografía propuesta por Andréa Warzee es funcional y
permite tener visibilidad completa de toda la casa, con niveles y atmósferas
definidas. Por su parte, el elenco que incluye a la francesa Clara Paute y a los
peruanos Yamile Saer López, Muriel García Barreto, Josué Rodríguez Linares,
Luis Acuña Chuquivilca y Rodrigo Fajardo Huamani cumplen a la perfección con
sus respectivos personajes. Delaby-Rochette consigue con Nuestros cuerpos sin memoria una aguda crítica hacia nuestra tecnologizada
sociedad, en la que la juventud actual opta, sorprendentemente, por el
individualismo y el aislamiento frente a un mundo cada vez más interconectado.
Toda una enorme problemática visibilizada en esta puesta presencial, que merece
ser pensada y cuestionada.
Sergio Velarde
2 de setiembre de 2021
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