viernes, 12 de marzo de 2021

Crítica: LA ÚLTIMA NOVELA DEL INSPECTOR TORRES


Acción y existencia del conflicto

“Estoy seguro que la mayor parte de mí es Holden Caulfield, el personaje principal del libro. El resto de mí debe ser el Diablo”. Esta fue la declaración de Mark David Chapman, homicida de John Lennon. Cabe resaltar que el nombre del libro al cual se refiere es El guardián entre el centeno, escrito por Jerome David Salinger. Además, esta obra influenció a varios asesinos en Estados Unidos. Parece un relato escalofriante extraído de un libro de novela negra, ¿verdad? A veces, lo real puede superar a lo ficcional. Análogamente, en el plano fabulesco, la obra teatral La última novela del inspector Torres, escrita por Marc Egea, versa sobre un hecho parecido y aterrador, pues un inspector policial decide terminar con los actos de un homicida que toma como referencia los crímenes de un personaje de novela negra. Así, sobre esta sinopsis, se desenvuelve la obra producida por Galatea Artes Escénicas, la que dirigió Pierre Medina y accionaron Luis Rodríguez y Fernando Cotrina.

La versión de la obra producida por Galatea fue grabada anteriormente. Es decir, fue un trabajo audiovisual, mas no teatral. Sobre esto, podría considerarse como un cortometraje, ya que no fue un hecho vivo, sino la reproducción de un registro preparado con antelación.  

La plataforma que brindó cabida a su contenido fue Zoom. Como fue grabado previamente, solo compartieron el vídeo de su trabajo. Esto ocasionó algunos inconvenientes al observar la obra, pues el audio y video no se encontraban sincronizados. Lo que decía el inspector se escuchaba después de cuatro segundos, por ejemplo. A pesar de que fue un corto periodo de retraso, generaba ruido en el espectador, ya que fue dificultoso observar la reacción y acción de cada personaje.

La obra, al inicio, mostraba al escritor redactando su próxima novela. La videocámara enfocaba las paredes de la oficina del novelista, la máquina de escribir y la salida de su habitación. Así, la acción inicia en el despacho del escritor; sin embargo, esto es sabido porque el escritor lo dice de forma textual, pues la puerta de la oficina presenta forma de reja. Dado el signo usado, en la primera impresión, esto indica que se encuentra en una carceleta. Pero en el transcurso del montaje se esclarece el asunto.

A nivel interpretativo, ambos actores utilizaron a su favor su dominio corporal y vocal. A pesar de que el audio y video no estaban sincronizados, el espectador fue testigo de la correcta pronunciación de cada línea del parlamento. Además, esto generó que sus acciones sean claras, específicas y progresivas.

Los hacedores, también, en cada momento, hicieron notar lo conflictiva que era la situación. Fue como ver a dos futbolistas que se quitaban la pelota; y esta era el objetivo de cada uno, pues uno quería algo del otro, pero este se lo impedía. Esto mantuvo entretenido al espectador.

El transcurso de la obra fue progresivo. Cada momento del trabajo fue notable también, ya que el objetivo y las acciones progresivas de cada intérprete ayudaron a que vaya de forma ascendente el grado de intensificación. 

En resumen, La última novela del inspector Torres fue una obra entretenida. Los actores siempre hicieron notar, con sus acciones, el conflicto de sus personajes. También tuvo algunos inconvenientes a nivel técnico en la plataforma de trasmisión, pero eso no quita el esfuerzo de los intérpretes. 

Elio Rodríguez

12 de marzo de 2021 

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