Acción y existencia del conflicto
“Estoy
seguro que la mayor parte de mí es Holden Caulfield, el personaje principal del
libro. El resto de mí debe ser el Diablo”. Esta fue
la declaración de Mark David Chapman, homicida de John Lennon. Cabe resaltar
que el nombre del libro al cual se refiere es El guardián entre el centeno, escrito por Jerome David Salinger.
Además, esta obra influenció a varios asesinos en Estados Unidos. Parece un
relato escalofriante extraído de un libro de novela negra, ¿verdad? A veces, lo
real puede superar a lo ficcional. Análogamente, en el plano fabulesco, la obra
teatral La última novela del inspector
Torres, escrita por Marc Egea, versa sobre un hecho parecido y aterrador, pues
un inspector policial decide terminar con los actos de un homicida que toma
como referencia los crímenes de un personaje de novela negra. Así, sobre esta
sinopsis, se desenvuelve la obra producida por Galatea Artes Escénicas, la que
dirigió Pierre Medina y accionaron Luis Rodríguez y Fernando Cotrina.
La versión de la obra producida por Galatea
fue grabada anteriormente. Es decir, fue un trabajo audiovisual, mas no
teatral. Sobre esto, podría considerarse como un cortometraje, ya que no fue un
hecho vivo, sino la reproducción de un registro preparado con antelación.
La plataforma que brindó cabida a su
contenido fue Zoom. Como fue grabado previamente, solo compartieron el vídeo de
su trabajo. Esto ocasionó algunos inconvenientes al observar la obra, pues el
audio y video no se encontraban sincronizados. Lo que decía el inspector se
escuchaba después de cuatro segundos, por ejemplo. A pesar de que fue un corto
periodo de retraso, generaba ruido en el espectador, ya que fue dificultoso
observar la reacción y acción de cada personaje.
La obra, al inicio, mostraba al escritor
redactando su próxima novela. La videocámara enfocaba las paredes de la oficina
del novelista, la máquina de escribir y la salida de su habitación. Así, la
acción inicia en el despacho del escritor; sin embargo, esto es sabido porque
el escritor lo dice de forma textual, pues la puerta de la oficina presenta
forma de reja. Dado el signo usado, en la primera impresión, esto indica que se
encuentra en una carceleta. Pero en el transcurso del montaje se esclarece el
asunto.
A nivel interpretativo, ambos actores
utilizaron a su favor su dominio corporal y vocal. A pesar de que el audio y
video no estaban sincronizados, el espectador fue testigo de la correcta
pronunciación de cada línea del parlamento. Además, esto generó que sus acciones
sean claras, específicas y progresivas.
Los hacedores, también, en cada momento,
hicieron notar lo conflictiva que era la situación. Fue como ver a dos
futbolistas que se quitaban la pelota; y esta era el objetivo de cada uno, pues
uno quería algo del otro, pero este se lo impedía. Esto mantuvo entretenido al
espectador.
El transcurso de la obra fue progresivo. Cada
momento del trabajo fue notable también, ya que el objetivo y las acciones
progresivas de cada intérprete ayudaron a que vaya de forma ascendente el grado
de intensificación.
En resumen, La última novela del inspector Torres fue una obra entretenida. Los
actores siempre hicieron notar, con sus acciones, el conflicto de sus
personajes. También tuvo algunos inconvenientes a nivel técnico en la
plataforma de trasmisión, pero eso no quita el esfuerzo de los
intérpretes.
Elio
Rodríguez
12 de marzo de 2021
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