martes, 12 de febrero de 2019

Entrevista: LUIS CÁRDENAS NATTERI


“Construir un personaje es un camino solitario a veces, único e irrepetible”

La coyuntura nacional siempre será un contexto inagotable para la creación de obras artísticas, específicamente, para denunciar las (demasiadas) irregularidades en nuestra clase política. En ese sentido, La coima (2018), dirigida por Martín Velásquez en la AAA, fue un contundente retrato de la insana corrupción con la que lidiamos día a día. Uno de sus jóvenes intérpretes, Luis Cárdenas Natteri, fue recompensado con la mención del jurado de Oficio Crítico como el mejor actor de Comedia o Musical, por un irreverente personaje que puso a prueba su versatilidad y capacidad musical. “Yo vengo de una familia de músicos, he crecido en reuniones familiares en las que mis tíos se reunían para cantar canciones de la Nueva Ola y música criolla”, recuerda Luis. “Cuando tenía cuatro o cinco años, me ponía a contar chistes en reuniones familiares; una vez, me llevaron a un barrio de Pisco (su familia es de ese lugar) y me mandaron a contar chistes en el medio de un pueblo joven, que tenía como quinientas personas; a partir de ahí es que empiezo a conectar con el público”.

Música, televisión, teatro y cine

Luis se inclinó primero por la música, incluso de adolescente entró a un grupo musical. “Estudié periodismo y fui reportero de un canal web, fui una especie de “polizonte” (reportero en eventos), a la vez que tocaba en el Taita, pero siempre tuve el bicho de la actuación”. Varios compañeros le decían que a los veinticuatro años era ya muy tarde para entrar. “Me decían que el círculo de la actuación era muy cerrado, una élite solo de familias y personas que siempre se repetían”. En ese sentido, la destacada actriz Ana Cecilia Natteri sí es pariente (lejana) de Luis. “Ella es prima de mi abuelo, la conocí en una reunión familiar, no creo que se acuerde de mí”, confiesa.

Para no quedarse con el clavo de no haberlo intentado, Luis se decide a incursionar en la actuación, esperando tener la misma suerte que obtuvo en la música y en el periodismo. “Por ahí liga, uno no sabe, y mis padres aceptaron la idea”, asegura. “Ellos me han dado libertad para hacer lo que he querido, nunca me han cuestionado nada, me han dado mucha libertad, a veces, demasiada”. Luis se inició en un taller de actuación en el Teatro Canout. “Creo que todo inicio es válido”, reflexiona. “Fueron los dos primeros meses para escuchar las anécdotas del profesor y el último para conocer las partes de un teatro, con una muestra final en la que de manera aleatoria nos dijo qué personajes deberíamos hacer”. Esta experiencia le sirvió a Luis para darse cuenta que la actuación sí le gustaba y que tan mal, no lo hacía. “Inclusive al mismo profesor le había gustado, de eso me enteré después”.

Justamente, después de ese taller, Luis tuvo su primer trabajo profesional, aunque en una miniserie para televisión. “Me llamaron para Los amores de Polo (2013), en la que interpretaba a Ángel Torres, un personaje chiquito que enamoraba a Mayra Goñi y luego la besaba a la fuerza, para después venir al rescate Paco Bazán”. Luis se dio cuenta que debía seguir perfeccionando su talento y es así que ingresa al Conservatorio de Actuación de Leonardo Torres Vilar. “Fue una experiencia totalmente opuesta a la anterior”, afirma. “Leonardo es un profesor que me enseñó que lo que se necesita para esta carrera es pasión y la contagia”. Luis lo compara como su profesor Keating, de la cinta La sociedad de los poetas muertos. “Siempre que lo veo, le digo: ¡Oh, mi capitán, mi capitán! Me enseñó la técnica Meisner y así comencé a lanzarme a hacer cortometrajes y pequeñas “chambas” de actuación”. En el 2015, Luis participa en el festival de cortometrajes 48 Hour Film Proyect en Lima, con el que consigue el premio al mejor actor por Resiliencia. “Ganamos en casi todas las categorías, excepto el primer puesto; después mi vida cambió y toda la gente del círculo universitario empezó a llamarme para sus producciones”.

Intensas escenas

Uno de los montajes más resaltantes y potentes del 2016 fue Escenas en casa de Vasili Beseménov, escrita por el dramaturgo ruso Máximo Gorki, por el que Luis recibió su primera nominación como actor de reparto en Drama, con la dirección de Torres Vilar. “Le tengo mucho cariño a Nil (su personaje), porque llegó en una época en la que necesitaba todo lo que él predicaba; era un muchacho adoptado de una raza distinta, en una familia que no era la suya, y además era un revolucionario”, asegura. “Fue uno de los primeros en movilizar a la gente, él amaba la vida, era muy optimista para triunfar en una sociedad hostil”. Luis recuerda un intenso monólogo que debía interpretar cada función y que debido a la huella que dejó en él, aún no logra despedirse de dicho personaje. Por otro lado, trabajar al lado de Mijail Garvich (mejor actor por el jurado de Oficio Crítico de ese año) fue una gratísima experiencia. “Es un tipazo, lo quiero mucho; me intimidaba, porque lo ves grandote, con barba”, recuerda. “Es un gran amigo, siempre me apoyaba, estaba siempre dispuesto a sacarte una sonrisa”.

Con respecto a sus maestros de actuación, Luis destaca en primer lugar a Torres Vilar. “Leonardo puso una semilla en mí, ha germinado e intento hacerle honor”. También le enseñaron los destacados teatristas Carlos Mesta, Franklin Dávalos y Perico Carranza. “Luego entré al cuarto taller de actores profesionales de Alberto Isola y fue hermoso”, admite. “Él es mi maestro y amigo, lo quiero muchísimo y fue ahí donde conocí gente que me dio la oportunidad de hacer más teatro”. Esta es una referencia a Alexander Pacheco, director del colectivo Ayepotámono, quien lo invitó a integrar su elenco de obras para la familia. “Creo que hay personajes más complejos que otros”, admite. “Por ejemplo, para el Conejo sí trabajé una propuesta de voz, tuve que familiarizarme con las orejas y las patas, pero Alexander me guio y no fue tan difícil”. Sin embargo, otros como para el ya citado Nil, Luis debía tener en escena una energía altísima. “Yo tengo una energía que fluctúa y no siempre estoy con el ánimo arriba, que era lo que Nil necesitaba”. Es por ello, que decidió escuchar una hora antes de cada función a la banda AC/DC. Y funcionaba. Para El otro lado de Jimena Ortiz de Zevallos, Luis decidió proponer que su personaje Aldo cuente con su picardía y ocurrencias. “Hay personajes que necesitan cosas prestadas de mí y otros en los que necesito cosas de ellos”.

Actuación y dirección

“Creo que un buen actor de teatro debe tener confianza en sí mismo, sin caer en la soberbia; es decir, algún lado de ti debe estar seguro que lo que estás haciendo, está bien”, asevera Luis. “Creo que ese es el principal motor, mientras que uno no crea en sí mismo, nada va a fluir”. Agrega además, que no se debe nunca comparar el propio trabajo con el de nadie. “Es un camino solitario a veces, único e irrepetible, son tus elecciones”. Añade que el actor siempre debe estar buscando información: escuchando discos, leyendo, viendo películas, viajando, hablando con gente nueva, equivocándose, siempre buscando y así enriquecerte, ya que si no se hace, no se puede sacar la información necesaria para interpretar al personaje. “Sí creo que debe haber un talento; un actor se puede hacer, pero debe existir algo innato para que sea un gran actor, algo de suerte también”.

De otro lado, para Luis, un buen director de teatro debe “sacarte de tu zona de confort, te debe cuestionar todo lo que haces; al menos yo lo necesito, ya que cuando me ha pasado, he logrado cosas geniales”. Enfatiza además, que un director no puede ser permisivo y buena gente, en el sentido de dar “una palmadita en el hombro” y decir que así nomás. “Debe ser exigente y tener clarísimo qué quiere contar o de lo contrario, tendremos la típica frase: “No sé qué va a pasar, no sé qué va a salir”; puede sonar bonito el ser honesto, pero que no sepas qué vas a hacer… es demasiado”. Luis necesita confiar en el director y que tenga clarísimo qué quiera contar. “Debe conocer el tema que va a tocar, tiene que entender qué va a hacer para contarlo”.

Coimas y proyectos

Para La coima, el elenco debía estar capacitado para actuar y cantar en escena, lo que constituyó una ventaja de Luis frente al resto de sus compañeros. “Definitivamente, el que no tiene seguro el tema musical puede sentirse inseguro e intimidado en el escenario, pero habiéndome relacionado con la música desde antes, me da bagaje y cancha”, asegura. “Un tío mío siempre me decía que le daba pena que haya sido actor y que me haya desperdiciado como músico. Y yo le contestaba que nunca lo había visto así; al contrario, yo he tenido un entrenamiento musical que es un plus para mi entrenamiento actoral”. Definitivamente, el ser músico le ha dado más oportunidades a Luis en el competitivo medio teatral. “Es poco común ser actor y músico, es una ventaja; creo que mientras más herramientas tengas para ofrecer, mejor es”.

La coima llegó en un momento clave en la vida de Luis, pues acababa de ver la puesta en escena Manta y Vilca, una memoria performática sobre la violencia sexual durante el conflicto armado interno, a cargo de las activistas feministas Micaela Távara y Alondra Flores, con la interpretación de Mehida Monzón y Carmen Amelia Álvarez. “Salí conmovido por la obra”, rememora. “No solo era teatro, estaban haciendo teatro y patria, denunciando algo que debía ser denunciado, alzaban su voz y su arte en son de protesta y yo sentía que quería hacer una obra en la que sintiera que me estoy poniendo la camiseta por algo; Manta y Vilca me enseñó que sí se puede hacer”. Martín Velásquez, director de La coima, le propuso participar de su proyecto personal. “Martín lo hacía por su cuenta, con todo lo que estaba pasando; además, me daba la oportunidad de ser un protagónico, que sacaba a relucir tantas cosas; me advirtió que era proyecto chiquito, que no ganaríamos mucho, pero no pude decirle que no”.

Luis continuará en el elenco de Ayepotámono con cuatro montajes dedicado a la infancia, así como estará en la tan esperada reposición de La coima, que estará nuevamente en la AAA en julio y agosto. “Y hay para meterle más cosas, con la coyuntura”, advierte. “También estoy en temporada en Microteatro y estaré en las películas Papá You Tuber y Yuraq. Luis reconoce haber postergado su carrera musical y espera este año poder resarcirse. “En cinco años como actor, he crecido más que en diez años como músico. Como actor, he aprendido a no estresarme en el proceso, porque el personaje va a llegar, a veces llega tarde, y como dice Alberto (Isola), a veces no llega”, concluye.

Sergio Velarde
12 de febrero de 2019

1 comentario:

Unknown dijo...

ERES UN GRANDE Y SIGUE ASI HASTA LLEGAR A LO ALTO COMO LLEGARON MUCHOS ACTORES CON MUCHA DWDICACION SIN PARAR CON LA BENDICION DE DIOS ..CHINO