lunes, 4 de febrero de 2019

Entrevista: EMANUEL SORIANO


“El teatro es un espacio de transformación que le permite al ser humano volver a su esencia”

Sin duda, Emanuel Soriano es uno de los actores más destacados en el medio. No es casualidad que su trabajo sea requerido para diversos roles en el teatro, así como para conocidas producciones de televisión y cine. Poseedor de una voz muy particular y una marcada tranquilidad, el actor recuerda cómo descubrió su vocación artística. “Todo empezó en el colegio, me gustaba mucho actuar pero era muy tímido, me solté por el baile y ya luego cuando tuve la oportunidad de hacer Jesucristo Superstar en el colegio, el mismo profesor me dijo: ‘Oye, eres bueno, por qué no te metes a estudiar en una academia’; entonces averigüe y encontré el taller de Bruno Odar, en el Centro Cultural de la Católica cuando yo tenía 15 años, el taller era para 16 pero me dejaron entrar, luego Bruno me llamó para su escuela y ahí empezó un poco la aventura”.

Primeras obras y trabajos reconocidos 

La incertidumbre propia de la profesión (actoral) hizo que Emanuel estudiará Ciencias de la Comunicación. “Ahora ya tienes un poco más de apertura en pedagogía y más cosas que abarcan las artes escénicas, pero en ese tiempo todavía no tanto, entonces, en paralelo a mi carrera estudiaba actuación, estudié con Alberto Isola; luego Bruno (Odar) me llamó para una obra que se llamaba La abogada de los necios (2008), con Haydeé Cáceres, Carlos Cano, Fernando Pasco, Kike Casterot y ahí éramos como unos tres alumnos nuevos de Bruno, eso fue en el 2007; luego hicimos A pie, descalzos vamos (2009)”.

Posteriormente participó en un taller-montaje que se llamó Las tremendas aventuras de la Capitana Gazpacho (2010), con la dirección de Isola; y convocado por Franklin Dávalos, en El último árbol (2010), en el Teatro Racional. “Después me llamó Eduardo Adrianzén también para un obra en el Racional, luego Claudia Sacha para otra en el mismo lugar; fue así que el 2010 hice puro teatro en el Racional y eso me ayudó un montón a entrenarme y además con muy buenos actores; en El último árbol estaba con Giselle Collao y Enrique Victoria; en Siete Camellos, estaba con André Silva, Mario Ballón, Irene Eyzaguirre y Sonia Seminario y luego en Lecciones de fe, estaba con Haydeé Cáceres y Elvira de la Puente. Tuve la oportunidad de aprender mucho y crecer bastante. Ahí empezó todo a dispararse para arriba, porque me llamaron para el Teatro Británico para castear para la obra Crónica de una muerte anunciada (2011), y el camino siguió su rumbo; aparecieron películas, series y empecé a diferenciar los códigos de televisión, de cine y de teatro, dependiendo de qué tipo de teatro”, afirma.

El actor de treinta años lleva la mitad de su vida dedicada a la actuación. A lo largo de ese camino, sus maestros han jugado un importante papel en su formación. “Creo que todos han tenido algo que me ha ido ayudando a crecer, pero, sobre todo Bruno (Odar) y Alberto (Isola) son como los pilares de donde me basé para empezar, después ya han venido otros maestros a complementar todo eso y a decirme quizás lo que yo ya sabía con otras palabras que llegaron mejor como Javier Daulte, el taller de las Hermanas La Mancha, Laura Silva, Wendy Ramos, Paloma Reyes de Sá, Christian Ysla; ellos en nivel de clown e improvisación, creo que complementaron muy bien detalles o cosas que a veces a uno como actor le faltan como compartir la mirada con el público, no quedarte solamente en tu burbuja, saber cómo abordar o manejar tus emociones, cómo ser un canal y no ser el actor que está haciendo el personaje, sino desentenderte de todo eso y ser un canal y una pieza de esa gran obra de arte ¿no? que es una pieza teatral. Está también Gisela Cárdenas con quien aprendí mucho en la obra La Cocina (2012) y en un taller que llevé de manejo de texto clásico y ahora con Tebas Land (2018)”.

Para Emanuel, cada proyecto ha sido importante; sin embargo, algunos personajes han marcado un antes y después en su ascendente carrera. “Todos los proyectos en los que he trabajado son muy especiales, cada uno ha abordado a seres humanos distintos, en El curioso incidente del perro a medianoche (2017), abordar el espectro del autismo, realmente hubo un cambio en mí al llegar a esta obra, hubo un cambio en la manera cómo ver la vida y la manera de ver la actuación y eso me permitió de alguna manera como entrar “limpio” a hacer de Cristóbal. Lo de Tebas Land también fue importante, porque para mí ha sido un trío de personajes relacionados a un mundo abandonado, a un mundo triste, que se manifiesta reaccionando con violencia y me ha tocado interpretarlo en cine (Django: Sangre de mi sangre), en la televisión (Mi Esperanza) y en el teatro; estos personajes no han sido queridos, han sido abandonados y se manifiestan a través del hurto, del robo, la violencia, a través del daño a sí mismos, y con Tebas Land consolidé eso, al acercarme a los penales, tuve la oportunidad con Marianela Vega (quien hace un taller de Cinematografía en el Centro de Rehabilitación de Maranguita) de acercarme y observar mucho (a los internos): uno como actor tiene que observar y noté que las dinámicas no les interesaban, pero cuando sabían que yo había interpretado esos tipos de personajes sí les interesaba saber, entonces su mirada cambiaba, al contarte sus cosas te das cuenta que necesitan ser escuchados”. 

Además, para Django, Emanuel ya tenía el background de haber ido a los barrios del Callao. “Es distinto encontrar a los chicos cuando están libres, abiertos a poder hacer lo que les da la gana, por las circunstancias que tienen su vida, a comparación de los chicos que ya están dentro de un penal y las circunstancias que tienen y la opción que tienen de mejorar o seguir en lo mismo, pueden seguir en lo mismo, pero en esa posición siguen en una búsqueda. Así que han sido para mí (los personajes) cada uno realmente importante porque son personas distintas, emociones distintas, pero finalmente, se trata de la esencia del ser humano, humanizar al personaje”, comenta.

Personajes y preparación    

Con mucho mérito, Emanuel fue reconocido con la mención del jurado de Oficio Crítico 2018, por su participación en la obra Tebas Land, de Sergio Blanco y bajo la dirección de Gisela Cárdenas.   

A propósito de sus personajes, le pregunto si se considera “chancón” (estudioso), a lo que él responde con honestidad. “No sé si sea ‘chancón’ pero a veces me asusto, porque se entiende que directores o personas que quieren contar contigo para una producción o un personaje, ven cosas que tenga el personaje que tienes también tienes tú, por ejemplo, Cristóbal (El curioso incidente del perro a medianoche) es muy vehemente con algunos temas y yo lo soy, me encanta investigar, me encanta explorar, escucho un tema que me interesa y me pongo a leer un poco de eso, no es que vaya a fondo, pero al menos lo leo. Me gusta mucho la historia y el ser humano en sí, o sea como es que llegamos a ser lo que somos hoy, y sigo pensando e ideando formas de saber cómo podemos ser mejores, pero a veces como soy tan perfeccionista no es que me lance a hacer algo, sino que necesito estudiarlo hasta decir: ‘Ya esto va a funcionar’ y hacerlo. Muchos se arriesgan y admiro ese riesgo que siento que yo muchas veces lo necesito, pero yo sí soy muy racional en el trabajo. Aunque, con los talleres que llevé para El curioso incidente del perro a medianoche aprendí a arriesgar más, a tirarme a la piscina, porque es necesario también aprender en el camino y no creer que ya tienes todo. Para el teatro musical, me he visto en la necesidad de cada vez perfeccionar el canto, de reconocer mi voz, yo hago muchas locuciones pero tenía que encontrar el otro lado y en eso sí soy bien “chancón”, si me toca preparar mi cuerpo empiezo a prepararme, si no te lo juro que comería lo que sea”.    

Para el actor, el trabajo de construir un personaje debe ir siempre más allá de lo superficial. “Siempre hay que ir a fondo, finalmente esto se va a ver reflejado en tu trabajo y como decía Bertolt Brecht es la chamba del actor ser reflejo de sí mismo, porque los que te van a ver, sin querer hacerlo o haciéndolo van a evaluar lo que tú has observado al observarte, entonces eso lo he venido a descubrir después, cuando yo lo hacía porque me nacía hacerlo. Entonces, sí observo mucho, porque cuando hay actuaciones que no me gustan, digo: ‘Se ha quedado como en la forma’, entonces, hay que ver por qué el personaje se comporta así, para qué habla así, para qué se mueve así, por qué ha llegado ahí, cuál es su historia, cuál es su tiempo”. 

Menciona Emanuel que para el personaje que interpretó en La piedra oscura (2018), el contexto era el de la Guerra Civil Española. “Me puse a ver películas para ver cómo era la gente, cómo habla un campesino español, que es muy distinto a como habla un campesino de acá, tampoco la idea era hablar como un campesino español pero al menos acercarse, porque los idiomas y los dialectos marcan mucho; un ruso habla muy duro, un centroamericano habla más relajado, un argentino habla muy de dueño de sí mismo, entonces creo que cada lugar te marca algo y si la obra está escrita en ese lugar es por algo. Por eso es importante ir más allá, observar, investigar; a menos que sea una libre interpretación del dramaturgo/director, puedes jugar y optas por lo que quieras, pero yo sí soy más pegado a investigar y analizar”.

En relación a los personajes “buenos” y los “villanos”, el actor refiere que “lo que pasa es que los “buenos” no tienen mucho conflicto, les va mal, pero no la llevan como el “malo”, quien la mayoría de veces tiene el control, pero también es muy interesante ver cómo pierde el control el malo y ahí se crea un conflicto. Sobre todo, en televisión se justifica más está diferencia entre el “bueno” y el “malo”, a mí me gustan los “malos”, porque tienen mucho más que mostrar y humanizar, en realidad me gustan los personajes que sean humanos, que puedan mostrar sus dos partes, que puedas ver que una persona puede ser muy buena, pero que se pasa la luz roja o que tira la basura en la calle; o un malo que puede ser terrible pero que ama a los animales, encontrar esos opuestos, lo que es el ser humano”.

Cuando estaba en El curioso incidente del perro a medianoche, le llegó un libro que le pasó Bruno Odar, que trataba acerca de un chico actor que tiene Asperger y escribe todo su proceso, desde muy pequeño hasta la edad que tiene, que eran unos 25 años. “Y su mamá es escritora y el epílogo del libro es increíble, porque es su mamá escribiendo sobre lo que ha leído y todo lo que ha pasado él y todo lo que ella pensaba que su hijo no percibía, pero que percibía totalmente”.

El teatro y los retos a futuro

La destreza camaleónica del joven actor le ha permitido sumergirse en variedad de pieles y rostros, pero a futuro desea asumir nuevos retos. “Como actor, siempre estoy abierto a seguir arriesgándome, me encantaría hacer un unipersonal, algo que me enfrente a la mirada del público real, que es algo que a mí me cuesta, porque la mirada me modifica mucho”. Emanuel está dispuesto a enfrentar esa mirada del público y saber cómo llegar a él, por ejemplo, encontrarse con esas personas de mirada cerrada y que son impenetrables. 

“A mí lo que me interesa como artista es poder transformar a las personas a través de lo que pueda hacer, ya sea escribiendo, ya sea actuando o dirigiendo. Se me quedaron grabadas unas palabras que escribió Ricardo Morán en el programa de mano de Doce hombres en pugna, y que lo decía Peter Brook: ‘Hacer teatro es como tomar un taxi de Nueva York a la India’, es muy difícil, es casi imposible, pero sí se puede hacer, puedes cambiar, puedes hacer algo. Y bueno, la idea es también expandir esto, yo admiro a Bruno (Odar) porque él trabaja con la Fiteca en Comas, en La Molina, que son lugares donde es necesario que llegue la cultura y saber también cómo llevarla, porque de pronto no puedes llevar Hamlet o algo así, porque han llevado obras populares como Mamma Mía o Avenida Larco allá y no es que funcione tanto. Yo creo que también hay que estudiar a ese público y saber qué es lo que le gusta. Yo admiro por ejemplo la fórmula que utiliza Michelle Alexander a pesar de que muchos la critican, porque pone a un personaje conocido pero que te sostiene con otros actores y la gente lo ve; entonces creo que lo mismo debe hacerse de alguna manera en el teatro y obviamente van a haber puristas que dirán: ‘Cómo lo van a poner a él, que no es actor’, pero más allá de ver eso, es cómo llegas a la gente, cómo la transformas a través del teatro y cómo le vendes una cosa, que se la vas a dar pero debajo de eso pones otras cosas interesantes, que van a hacer que las personas se cuestionen, que es un poco lo que busca el teatro”.

La enseñanza también está en los planes de Emanuel, aunque confiesa necesitar más herramientas para estructurar el taller que a él le gustaría impartir. “Sí me veo enseñando, ya he tenido la oportunidad de estar en algunos talleres de fin de semana, pero para hacer un taller yo siento que necesito súper capacitarme, tener una metodología, tengo algunas ideas y sé que lo voy a hacer en algún momento, pero todavía no; siento que todavía tengo mucho que aprender para enseñar, igual sé que se aprende, yo he tenido la experiencia de aprender también con ellos (alumnos), observándolos. Lo que sí me encantaría hacer es como un laboratorio y gratuito, porque creo que estamos aprendiendo todos. Lo que yo he hecho en los talleres (de fin de semana) es transmitir mi experiencia y cómo he pasado por ahí, y decirles cómo trabajo yo, y claro, definitivamente, tener chicos que sean apasionados por aprender, porque si quieren ser famosos no funciona”, asegura.

No obstante, Emanuel tiene más expectativas dentro del medio artístico y creativo. “Escribir y dirigir es algo que hace tiempo quiero hacer, tengo que encontrar la oportunidad para sentarme y hacerlo, tengo muchas ideas (para escribir) pero no sé cómo organizarlas y plasmarlas; hace unos días tuve la oportunidad de hablar con los chicos que van a entrar a la Universidad Científica del Sur, a estudiar Artes Escénicas y decía: ‘Qué interesante poder tener una carrera como la que ustedes van a seguir, porque van a llevar, actuación, dirección, dramaturgia, que es lo que a mí me encantaría, yo no llevé una formación así, pero no quiero dejar de seguir aprendiendo, ustedes tienen una rutina por así decirlo, donde les enseñan a cada hora tal cosa, yo tengo que buscármela, así que está muy bien estudiar Artes Escénicas en una universidad’”.

Respecto a su preferencia por trabajar en el cine, la televisión o el teatro afirma: “Siento que cada una tiene lo suyo, pero nada se compara al teatro, no hay nada igual a sentir esas emociones en vivo, viendo a un ser humano en el escenario y dando tu humanidad en ese tiempo irrepetible, y con lo que tengas cada día, esa repetición de cada día sin que sea lo mismo, eso es incomparable. La televisión tiene otro ritmo, tiene otra llegada, es necesaria porque hay mucha gente que no va al teatro, entonces, necesariamente tiene que llegar una historia, ahí está la responsabilidad de hacer un buen personaje por más rápido que todo sea en la televisión, sí hay una responsabilidad de construir un buen personaje y que la gente se identifique con las emociones, quizá no con el personaje, pero sí con las emociones por las que pasa el personaje. El cine es otra cosa que me encanta, porque todo es mucho más natural, más del día a día y mucho más cercano, al menos con lo que aún hacemos aquí”.

Precisamente, volviendo al hecho de escribir y dirigir, el actor comenta: “Me voy más por el lado audiovisual, pero no descarto escribir algo y que se transforme y mute por otro lado; de hecho, las cosas que he empezado a escribir eran más cinematográficas, pero no lo sé aún. A mí me da más pánico dirigir teatro que dirigir algo cinematográfico; yo admiro a los directores de teatro porque transforman todo ese universo y supongo que lo hacen desde el lado del que lo observan. Por ejemplo, cuando leía la obra que voy a hacer y me sobrepasa, hasta como actor me da un poco de miedo, pero ya sé que cuando esté ahí voy a confiar y si el papel ha llegado a mí es por algo, entonces sé que estoy donde tengo que estar”.

A base de constancia y esfuerzo, Emanuel está logrando consolidar su carrera. Como artista, el teatro le ha dado un espacio singular para comunicarse. “El teatro es como un espacio de liberación, un espacio para mí, donde me puedo liberar; pero también es un espacio de transformación en todo nivel, de transformación de uno mismo, de transformación de tu compañero, de transformación del espectador que va a ver la obra, creo que es una constante transformación a todo nivel, como ser humano todo va cambiando, todo se va creando, es un espacio de creación, donde creo que el ser humano regresa a su esencia, en donde el ser humano se observa para aprender y reconocerse”, finaliza.

Este año se aproxima la reposición de El curioso incidente del perro a medianoche, entre otros proyectos que le hacen mucha ilusión al actor.

Maria Cristina Mory Cárdenas
4 de febrero de 2019

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