domingo, 17 de febrero de 2019

Crítica: VEINTE MIL PÁGINAS


El accidente bendito de Bärfuss

Veinte mil páginas de Lukas Bärfuss se ha estrenado en el CCPUC, bajo la dirección de Jorge Villanueva con estudiantes de actuación 8. Función de estreno.

Un maravillo texto de Bärfuss que, en su dramaturgia en esta obra, nos conmueve y arrincona nuestra frágil memoria ante el olvido, la indiferencia, la complicidad de hechos trágicos y sobre todo, el conocimiento como arma letal para la liberación y justicia.

La obra inicia muy densamente, el director apuesta por una técnica propia de las escuelas de formación actoral: ubica en el escenario a cuatro alumnas que interpretan al personaje de la Dra. Gosbor y a otros dos, a Tony. Ambos grupos, en un canon actancial, se turnan para decir sus textos, pero en el caso de las mujeres, están faltas de un trabajo vocal, energía y organicidad; eso se hace más notorio al ceder la posta a otra alumna y es allí donde la energía se desvanece, en contraposición de los alumnos. Gabriel Soto, quien ejecuta de manera interesante su personaje (el otro Tony), pasa desapercibido. Esta técnica se va a repetir en varios momentos, sin buen resultado. Es raro ver en este montaje al protagonista y al personaje John que se proyectan como buenos actores, porque generalmente las mujeres son las que muestran mejores capacidades actorales.

La puesta usa esencia alemana de Piscator en las proyecciones y los carteles propios de la estética brechtiana para contextualizarnos en las escenas. En ambos casos, sugerimos que se hagan los ajustes necesarios para lograr mejor los efectos deseados.

Una obra con pocos elementos escénicos que funcionan bien, pero las estructuras solo lograron su cometido para la escena del show de talentos, que fue de muy baja actuación, donde tuvimos que presenciar seis “números artísticos” ralentizando el desarrollo del montaje. Aquí aparece el personaje John, que con buena energía y composición, hace de este un buen momento junto con Tony.

Este montaje nos muestra cómo la complicidad para sacar del camino a aquel que posee el conocimiento, siempre ha sido y será una amenaza para el “business” y somos tan frágiles que olvidamos rápidamente, como las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. No aprendemos. Nuestra condición humana posee tantas deficiencias que preferimos no ver lo que está frente a nosotros y pasar de largo, como los personajes en “La parábola del buen samaritano”. Los experimentos humanos para la modificación del carácter ante la amenaza, evidenciados por Kubrick en “La naranja mecánica”, fueron mostrados estéticamente de manera magistral y en este montaje, se desaprovecha cuando Tony aparece después de la operación para extraerle las veinte mil armas (libros), que la circunstancia del accidente supuestamente lo había bendecido, pero la sociedad consumista lo encuentra como una amenaza.

Este texto maravilloso, lastimosamente fue desaprovechado por un gran porcentaje de los alumnos; un alivio fueron las escenas donde se usa el micrófono, porque fue allí donde los textos se entendían mejor, desde mi fila K de las butacas y fue también un alivio para los asistentes alrededor mío.

Un consejo para el centro cultural: mejorar su sistema de aire acondicionado, es complicado no poder ver el montaje, porque uno observa primeramente los improvisados abanicos del público para apoderarse del casi nulo aire fresco de la sala y eso contribuye al fastidio de no apreciar bien el espectáculo.

Dra. Fer Flores
17 de febrero de 2019

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