“Con nuestro arte se puede generar memoria”
“Descubrí tarde el teatro, en el colegio era muy tímido, no
iba a fiestas y cuando iba, no bailaba y me escondía”, recuerda César Golac,
joven artista ganador de la mención del jurado de Oficio Crítico como mejor
actor en Teatro para la infancia por Sirenas y pesebres (2017), dirigida por
Ana Correa. “En Tercero de Secundaria teníamos que bailar una danza folklórica
y el que no bailaba, jalaba el curso”. Aquel fue el disparador para que César
descubra el llamado que le hacía el escenario. “En la presentación me moría de
miedo, pero al empezar a bailar, sentí un hincón en el estómago, como que me
liberaba, como cuando se desinfla un globo, y fue placentero: a partir de esa
experiencia, vencí esa barrera”. Ese fue el inicio de una carrera teatral que
le viene deparando muchas satisfacciones.
Estudios y prácticas
Al terminar Secundaria, César se dedicó a trabajar para
ahorrar dinero y así poder elegir la carrera de su preferencia, siempre
rondando la idea de estudiar teatro. “Mi primer taller fue con Aristóteles
Picho y en aquella época se abre el TUC en la Universidad Católica y decido
postular, junto a otros compañeros, como Alana La Madrid y Mirella Bálsamo”.
Para César, la postulación fue en sí una prueba de fe, para comprobar si esa
era la carrera adecuada para él. “Muerto de miedo postulé a los tres exámenes
(cuerpo, voz, conocimientos); luego regresé a ver los resultados con Michael
Joan y otra amiga, y ahí estaba en la lista: desde ahí fue dedicarme totalmente
al teatro”. César tuvo una impresionante cantidad de profesores que fueron
moldeando su talento artístico: Isola, Correa, Bushby, Palacios, Carbone,
Santistevan, Ralli, Nuñez, entre otros. “Los tuve justo ahí, fui como una esponjita
con tanta información y recién ahora estoy dando mis primeros pasos desde la
dirección, es un reto para mí”, asegura César. “Esta es una carrera muy
competitiva, no hay apoyo del Estado. Como tampoco tuve apoyo de mi padre,
terminé la carrera en nueve años, por eso pasé por tres promociones y tuve
tantos profesores y amigos”.
N. A. Ninguna de las anteriores (2008), excelente puesta en
escena escrita y codirigida por Mario Ballón, fue uno de los primeros montajes
en los que participó César, con un claro mensaje en contra de la discriminación
y la homofobia. “Conocía a Mario por la Escuela de Danza Contemporánea, en
donde llegamos a ser compañeros, y por sus trabajos en La Caja Negra; él me vio
en una obra y me convocó”, rememora César. “Conozco la línea de Mario que es la
de trabajar el cuerpo; a mí me gusta mucho partir de ahí, de qué es lo que
transmite el cuerpo, ya que responde a su contexto, a una memoria”. Frente a
puestas diametralmente opuestas en su concepción, como La jaula de las locas, el
estreno de N.A. Ninguna de las anteriores, al lado de Sandro La Torre y Tania
Ruiz, fue para César un gran avance. “Tocamos el tema del género, que no se
hablaba mucho en ese tiempo, y además partimos de la perspectiva de cada uno y
qué podíamos aportar en el proceso”.
Sorpresivamente, vimos a César en la hilarante comedia El misterioso asesinato de You Payaso (2011), escrita y dirigida por Cristian
Lévano, acompañado por Yasmín Londoño y Alfredo Lévano. “Fue como salir de
estos temas densos y también fue para mí importante ir más allá de mis
horizontes y conocer otros puntos de vista, como el de Cristian, que es de la
ENSAD”, comenta César, agregando que cada temporada es una oportunidad de
conocer más compañeros. “Fue muy rico y placentero el proceso, fue como salir
de tu realidad y entrar en un universo de la comedia, fue muy bacán”.
Nuestra memoria en el teatro
“Yo estaba pidiendo trabajar una obra así”, asegura César,
con respecto a una de las más desgarradoras puestas del 2016, La humilde dinamita, escrita y dirigida por Marbe Marticorena. “Mi cuerpo lo necesitaba,
para generar ese tema de la memoria que está presente y que no debemos olvidar”.
Y fue todo un reto para César entrar en el universo que planteaba la obra: la
lucha interna que desangró a nuestro país durante tantos años. “Tuve que
enfrentar realidades y leer bastantes libros que me acerquen al contexto, que también
es parte de una historia que no sabía, aunque lo hayamos vivido, como los coches
bomba y las torres caídas”. Para César, entrar en aquel contexto fue muy duro, pero
afortunadamente tuvo compañeros que lo apoyaron y Marticorena que lo supo contener.
“Porque el personaje era obligado a matar, tenía que hacerlo para vivir; fue
dolorosísimo experimentar aquello que en el fondo no quieres hacer, pero que
frente a tu realidad no te queda otra salida; terminada la obra, emocionalmente
salía agotado; más allá de eso, agradezco mucho esta experiencia, porque con
nuestro arte se puede seguir generando memoria”.
Sirenas y pesebres también contenía elementos propios de
nuestra cultura. Para César, las obras dirigidas al público infantil deben
tener ciertas características básicas: “Deben ser honestas, entenderse qué es lo
que quiere decir el director; además de tener distintos lenguajes, como teatro,
danza, títeres, música, luces, toda la propuesta estética”. Añade también que
debe transmitir valores, porque todo cuento debe enseñar algo. “Aparte, ya estamos
acostumbrados a lo clásico, como Caperucita o Cenicienta; creo que también
debemos arriesgarnos a tener lo nuestro, a valorar lo rica que es nuestra
cultura”. César siempre da lo mejor de sí mismo, sea cual sea la propuesta en
la que intervenga como actor. “No pienso en si voy a gustar al público (no sé
si sea egoísta en parte), por eso creo que es importante la guía del director y
el arriesgarse para no quedar siempre en un mismo esquema; el hecho de haber
sido formado en danza, actuación, enseñanza para niños, lo pongo como una
responsabilidad”.
Para César, un buen actor de teatro debe “ser arriesgado y
saber a qué va; y decirle sí a una obra, cuando conectas con ella, cuando se
puede arriesgar, ponerle matices, donde pueda estar cómodo: ahí entonces le voy
(ríe)”. Por otro lado, un buen director de teatro debe “tener claro qué es lo
que quiere, porque es importante que todo artista sea comprometido con su
sociedad; para qué hacer la obra, pues hay una responsabilidad grande más allá
del espectáculo; qué vas a transmitir; qué se va a llevar el público”. César
espera que las instituciones y el Estado tomen en serio la carrera del
teatrista. “Porque la cultura es la última rueda del coche, la educación es pésima,
la corrupción nos invade, estamos atascados: la educación de la mano de la
cultura va a hacer que el Perú salga de esta situación”.
Justamente, la última aventura de César, Xauxa (2018), en la
que se encarga de la dirección, resulta muy coherente con su postura, ya que
aborda variados temas que denuncian la violencia y represión en nuestra
sociedad. “El teatro puede cambiarle el “chip” a las personas, pero inmediatamente,
no”, reflexiona. “Igual que la educación, debe empezar desde abajo, en casa; ahora
estamos como entregando esta luz y tú, interprétala de tu forma, no te obligo,
no te exijo, estamos dando información”. Xauxa regresa este año y César se
encuentra abocado a su reestreno. “Estoy convencido de que el teatro permite
dar la posibilidad de generar una reflexión en el púbico”, concluye.
Sergio Velarde
26 de enero de 2019
1 comentario:
Felicidades♥
Te mereces esto y mucho más.
¡Bendiciones a montón!
Publicar un comentario