Uno de los colectivos teatrales independientes con una intensa
actividad en nuestro es medio desde 1991 es, sin lugar a dudas, Aqualuna Grupo de Teatro. Su fundador Ricardo Morante ganó el año pasado el premio del
público de El Oficio Crítico como el mejor director en la categoría Comedia o
Musical por la pieza Todas somos Julieta, también de su autoría. “El teatro me
ha gustado desde siempre”, refiere Ricardo. “Desde las épocas de Pepe Vilar y
su programa de teatro en televisión, pasando por mi etapa escolar en colegio
Inmaculada, hasta mi formación universitaria en el TUL (Teatro de la
Universidad de Lima), con Carlos Padilla”. Además, tiene la suerte de ser
administrador de una de las salas teatrales más democráticas, como lo es el
Teatro Auditorio Miraflores. “Debo reconocer que es una gran responsabilidad.”
Ricardo estudió Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima,
en donde entró al elenco del grupo de teatro universitario que en aquel
entonces dirigía el recordado Carlos Padilla. “En el año 80 él se retiró de la
universidad y formó un grupo de teatro que se llamó “Comunidad de Lima. Padilla
fue un director sumamente disciplinado, con una manera muy particular de
dirigir: sus obras tomaban muchos meses de ensayo antes de estrenarse”. Algunos
de los montajes más celebrados de Comunidad de Lima fueron Eros-Orestiada sobre textos de Esquilo, Sófocles y Eurípides(1978)
y especialmente Eréndira (basada en
La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada de
Gabriel Garcia Marquez) en 1984. Ricardo le hizo un emotivo homenaje a Padilla,
dentro de la ceremonia de premiación de El Oficio Crítico en 2014.
Aqualuna y las artes escénicas
En 1991, Ricardo decide fundar su propio grupo de teatro llamado
Aqualuna, junto a su compañera de vida, la también actriz María Reyna. “Nuestra
primera obra fue La leyenda de la Laguna
Encantada, escrita por Walter Ventosilla, dirigida al público familiar. Y
al año siguiente estrenamos nuestro primer espectáculo para adultos, Juguemos a papá y mamá (mientras Freud no
está) de Carlos Queiros Telles”, recuerda Ricardo, quien afirma además que
su objetivo como director es nunca encasillarse. Y es que sus obras abarcan
todo tipo de textos y estilos, que como él menciona, tienen una característica
en común: la temática musical. “Por ejemplo, en Tenorio (2004) incorporé música y danza flamenca; en Soñando a Camille de Sara Joffré
(2006), la puesta en escena fue en tiempo de tango; en El Sargento Canuto de Manuel Segura (2009), al compás de la
marinera limeña; o en Prometeo encadenado de Esquilo (2011), con música rock.”
Justamente, Todas somos Julieta,
protagonizada por las actrices Patricia Moncada, Gretta Lisboa, Sofía Muñoz, Inés
Sadovnic y Katherina Sánchez, acompañaba su historia shakespereana con
pinceladas de música celta. “Y estaremos nuevamente en temporada en el mes de
mayo, siempre en el Teatro Auditorio Miraflores”, menciona Ricardo. Por otro
lado, el último estreno de Aqualuna fue Ulises dos veces (2015), interesante texto de su autoría que combinaba de manera
sorprendente los clásicos de la mitología griega con música salsa. “Agradezco a
los críticos que piensan que no le tengo miedo a nada y que le entro a todo
(risas). Inicialmente empecé siendo actor, pero luego comencé a dirigir, porque
nadie me llamaba para actuar”, agrega.
“Considero que un buen actor de teatro debe primero, confiar en el
director”, comenta Ricardo. “Después tendría que contar con las suficientes
herramientas de trabajo como para cumplir los objetivos del personaje; y por
último, ser un buen compañero de escena”. Afirma, demás, que siempre en todo
elenco surge un divo o diva y que prefiere trabajar con actores que entiendan
el verdadero sentido del teatro de grupo, pues la mística en el teatro es
fundamental. “Pienso que un buen director de teatro debe tener imaginación;
debe siempre releer los textos; tener una visión completa de la obra; y contar
con un buen ritmo escénico”. Apunta también la cruda realidad del teatro
peruano y la falta de salas para estrenar sus proyectos. “Esperemos que todo
esto cambie, que el público crezca y que se formen verdaderos espectadores de
teatro”, finaliza.
Sergio Velarde
21 de abril de 2016
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