lunes, 17 de marzo de 2014

Crítica: LOS FUNERALES DE DOÑA ARCADIA

Pertinente oda a nuestra sufrida urbe

Mientras canta el verano fue un interesante espectáculo a cargo de Espacio Libre, estrenado a finales del 2012, y basado en una obra no dramatúrgica peruana, luego de un Taller Laboratorio que organizó el grupo. La fuente de la que bebió aquel montaje fue La casa de cartón de Martin Adán, dentro de un homenaje a Barranco, distrito que alberga al colectivo. Pues bien, la nueva puesta en escena de Espacio Libre está dedicada a nuestra querida e insólita capital, tomando como punto de partida el ensayo Lima La Horrible de Sebastián Salazar Bondy (texto que cumple 50 años sin perder un ápice de vigencia). Como ya es costumbre en los montajes de Diego La Hoz, Los funerales de doña Arcadia está escenificada y actuada con total fluidez.

Desde la puerta de la Casa Espacio Libre ingresamos en la sombría atmósfera de un velatorio. El íntimo escenario del local está preparado para celebrar las exequias de doña Arcadia, en una ingeniosa analogía con el romántico y utópico mito griego de la ciudad ideal. Se inicia la obra y los cuatro intérpretes comienzan a cuestionar el espacio en el que les tocó vivir. Grandes tópicos como la violencia, la discriminación, el desorden  y la injusticia, que respiramos día a día los limeños, son tratados en escena de manera estilizada, con los actores cambiando de roles y en constante movimiento. Las luces, los silencios, las velas y la música acompañan los cuadros, ejecutados con mucho ritmo y con pertinentes críticas hacia nuestra sufrida ciudad.

Una recuperada Aurora Colina acompaña con precisión a los jóvenes integrantes del colectivo Espacio Libre. En medio del siempre destacable trabajo de Natalio Díaz y Karlos López Rentería, sorprende Eliana Fry García – Pacheco, quien consigue un nivel de versatilidad interpretativa superior al mostrado en Mientras canta el verano. Diego La Hoz maneja hábilmente los diálogos, salpicando la trágica realidad que nos informan los personajes, con bienvenidos toques de humor y una participación activa del público (como el intercambio de monedas o las respuestas a la interrogante de lo que significa nuestra ciudad). Los funerales de doña Arcadia es un cuidado montaje que reflexiona sobre el insólito destino que nos depara nuestra sufrida urbe y acaso sea su mayor mérito, el de motivarnos a revisar el ensayo de Salazar Bondy para comprobar qué tan poco hemos evolucionado como ciudadanos. 

Sergio Velarde
17 de marzo de 2014

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