De Saint-Exupéry en versión minimalista
La emblemática obra del aviador y escritor francés Antoine
de Saint-Exupéry, El Principito
(1943), es una de las entrañables, sencillas y populares lecturas juveniles de
todos los tiempos, cuya trascendencia se mantiene intacta hasta nuestros días.
Los temas universales que aborda, como la vida, la amistad, el amor, la
confianza y la sinceridad, vistos a través de los ojos de un niño, trasmiten con
sabiduría la complejidad del alma humana. En nuestros escenarios, muchos
colectivos han presentado sus propias y singulares propuestas, como Saint-Ex, el hombre detrás de “El
Principito” (2019) de Rafael Anselmi Samanez, sobre la verdadera vida
del autor; El más hermoso y el más triste
paisaje del mundo (2021) de María Laura Vélez, con el apoyo de títeres
en escena; o Las aventuras fantásticas de
un Principito (2021), a cargo del colectivo Hamuy desde la virtualidad. Pues
bien, el mes pasado en el Teatro Ricardo Blume de Aranwa se presentaron las
últimas funciones de la muy recomendable temporada itinerante El Principito, versión no infantil, dirigida
por Paulo César Polo Chávez.
A diferencia de los otros montajes antes mencionados, esta adaptación
para el teatro de Alejandro Clavier se centra en la relación entre el Principito
con el Aviador y la aparición del resto de conocidos personajes, solo con dos
actores, pero desprovista de cualquier escenografía, vestuario o elemento,
salvo una tela a un lado del espacio circular. Esta arriesgada propuesta de
dirección no solo le es ciertamente útil para la itinerancia del proyecto, que
rastreamos desde el 2017, sino que nos permite una mirada minimalista y certera
al texto de De Saint-Exupéry. Atinada, además, la elección del título,
advirtiendo que la versión es “no infantil”; sin embargo, en la función a la que
acudió Oficio Crítico, los niños y jóvenes presentes se mantuvieron atentos
durante toda la duración del montaje. Y que es evidente que Polo Chávez,
Clavier y la pareja de intérpretes entienden y disfrutan una maravillosa historia,
que si bien es ya conocida, no dejará nunca de deslumbrar y entretener.
Justamente, para este tipo de propuestas minimalistas y
simbólicas, se debe contar con solventes actores que puedan ejecutar sus
acciones con energía y verdad. En ese sentido, la elección de César Chirinos y
Verony Centeno resulta inmejorable; ambos se entregan en cuerpo y alma a la
historia, invocando en todo momento, con su versatilidad, al espíritu del
inmortal De Saint-Exupéry y su clásica historia. El Principito, versión no infantil, una excelente propuesta
escénica de Polo Chávez, invita al público a reflexionar sobre el verdadero
valor de todo lo que nos rodea, a través de la mirada de aquel niño que todos
llevamos dentro. Y es que muchas veces “lo
esencial es invisible a los ojos.”
Sergio Velarde
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