La realidad de temer
“Deja
mi soledad intacta.
Abandona
el busto del dintel de mi puerta.
Aparta
tu pico de mi corazón
y tu
figura del dintel de mi puerta.
Y el
Cuervo dijo: ‘Nunca más’.”
El
Cuervo, Edgar Allan Poe
Animados por la
recientemente explorada virtualidad, la asociación Proyéktate Grupo de Teatro se
embarcó en el ambicioso proyecto de montar una obra en clave de terror. Es así
que, por una breve temporada de dos fechas en marzo del 2021, llevaron a la
escena virtual La sesión de Iara, una
obra corta escrita por el argentino Joaquín Stringa, dirigida por José
Mandujano, e interpretada por Lorena Reynoso, Israel Coello e Ysabel
Saldarriaga. El argumento gira en torno a una sesión
espiritista que, con la ayuda de una médium (Saldarriaga), conducen Iara
(Reynoso) y Romeo (Coello) para comunicarse con su pequeño hijo fallecido
durante la peste. Es un relato sobre la persistencia de la memoria, el duelo no
concluido y la negación ante la irreversibilidad de la muerte.
El texto de Stringa
genera interés en tanto logra conjugar en su historia elementos tan básicos en
la psique humana como la percepción de la muerte, el esoterismo y lo oculto,
con la necesidad posmoderna de estar permanentemente interconectado a través de
la tecnología. Así, es una obra ad hoc para el formato elegido, ya que
incorpora la virtualidad en el desarrollo de la trama. Por
su parte, la dirección ha prestado especial interés en privilegiar el aspecto
técnico del montaje. Se han empleado cuatro cámaras que nos muestran la
dimensión sobrenatural de la historia y se ha trabajado en la inclusión de
efectos especiales, la mayoría bastante bien logrados. Si bien Mandujano
explica que este montaje “va mucho más
allá de generar una atmósfera de miedo”, consideramos que una de sus
principales virtudes es, precisamente, la búsqueda de esta atmósfera a través
de la tecnología. Sin embargo, hay un elemento que, de haber sido incluido por
la dirección de la obra, desentonan del conjunto. Nos referimos a una porción de los supuestos
asistentes a la sesión virtual que, de cuando en cuando, mandaban mensajes vía
chat de Facebook del estilo “Ay, qué
miedo me da todo esto”. No sabemos con certeza si
estos mensajes eran enviados por algunos muy entusiastas (y sugestionados)
asistentes a la obra, o si todo era parte de la atmósfera que la dirección
buscaba generar. De ser lo segundo, no se logró el efecto esperado. Por el
contrario, iba en desmedro del mismo. Como poner risas grabadas en una comedia.
Quizás el aspecto más
dispar de este montaje sea el actoral. Percibimos un
estado de atolondramiento en general por parte de las actrices y, sobre todo,
del actor. Daba la impresión de que los nervios actorales se mezclaban con el
miedo que experimentaban los tres personajes. Saldarriaga podría haber
compuesto a una médium más dueña de sí al comienzo y que transitara hacia el
descontrol al sentirse avasallada por la acción del espíritu que conjura.
Lamentablemente, el nerviosismo a flor de piel jugó en contra de su trabajo: el
encendido compulsivo y excesivamente reiterado de cigarrillos distraían al
espectador de lo que debía ser su acción real. Reynoso tiene una carga
importante a lo largo de la obra por el nivel de involucramiento de su
personaje con toda la experiencia paranormal. Si bien existe un importante
compromiso en el trabajo de la actriz al “comprarse el lío” de Iara, también se
percibe por momentos una tendencia a la exageración que podría estarse
confundiendo con la intensidad de las circunstancias y que, ciertamente, mengua
la realidad de su personaje. En el caso de Coello, se observa que recae en la
reacción exagerada desde el comienzo. Es como si su personaje no se
sorprendiera del cúmulo de manifestaciones que empiezan a ocurrir a su
alrededor (o como si las esperara) y, más bien, se afanara en “fingir”
reacciones frente a Iara para no levantar sospechas.
En general, La sesión de Iara es un montaje valioso
en sí mismo por el importante riesgo que ha asumido y que podría crecer mucho
más si lo que se busca es no solo generar una atmósfera, sino explorar las
cavernas más hondas y oscuras de la naturaleza humana, tan aferrada a la vida
como atraída hacia el vacío de la muerte. Como en El cuervo del Poe, nos debatimos perversamente en la dualidad de
los extremos. Pero, en ocasiones, hallamos la mayor
perversidad cuando nos descubrimos en medio de ambos.
David Huamán
31 de diciembre de 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario