Lograda metáfora de ciencia-ficción
Retratar el futuro no es tarea fácil. Muchas obras han
tratado de materializarlo en escena, cada una en su particular estilo, aunque
con disímiles resultados. Sin embargo, siempre resulta curioso valorar y
reflexionar cómo los dramaturgos imaginan la sociedad humana en unos cuantos
años, especialmente con la acelerada escalada tecnológica a la que nos
encontramos expuestos. Desde ¿Qué Tierra heredarán los mansos? (2011) de Estela
Luna, con su contundente mensaje ecologista; hasta Intimidad atómica (2019) y
la desesperada lucha por el rating a como dé lugar. Desde Zoocosis (2018), con
su concepto de renovación de la raza humana; hasta La Gris (2019) y el total
control femenino sobre la sociedad. Pues bien, el director y dramaturgo Alejandro
Alva y la producción de PlotBox nos ofrecen actualmente Virus, un sólido
retrato futurista de nuestro país, asolado por un virus tecno-orgánico; se
trata de un reestreno a la virtualidad del montaje presencial realizado en el
2015 y que resulta no solo pertinente en estos tiempos pandémicos, sino que
está ejecutado de manera sobresaliente para la pantalla.
Virus nos sitúa en el Perú del año 2094, dentro de la
organización Oxivida, responsable del diseño y control del clima. Vemos aparecer
en ventanas a tres de sus trabajadores (Mayella Lloclla, Giselle Collao y
Claudio Calmet), agentes de Control Ambiental, que se disponen a empezar un
nuevo día laboral, mientras que en el exterior se desarrolla una enorme marcha
en contra del sistema. No obstante, un inusual comportamiento en el
funcionamiento del programa resulta ser el inicio de una terrible crisis que
desatará terribles consecuencias, involucrando además al vendedor de café (Emilram
Cossío) y a un estricto oficial (Aldo Miyashiro). Alva maneja diestramente una
historia que mezcla la ciencia-ficción y el terror con absoluta convicción y un
manejo certero del suspenso. Sin mostrar los horrores en demasía, la historia
cautiva y la sensación de claustrofobia se percibe a lo largo de toda su
duración.
La puesta se ofrece pregrabada y eso constituye todo un
acierto; la frenética edición no da tregua al espectador y difícilmente se
hubiera podido conseguir con los actores en vivo. Las interpretaciones lucen
sólidas, destacando Collao en un personaje que va evolucionando hasta su
heroico final. La trama no deja de tocar temas relevantes, como por ejemplo, los
peligros que envuelven ciertos sistemas políticos que atentan contra las
libertades primarias del ser humano, así como la defensa de la vida por encima
de cualquier decisión de seguir las órdenes de un superior, sean cuales sean
sus consecuencias. Virus es mucho más que una muy entretenida pieza virtual sobre
infecciones apocalípticas; se trata de una coherente metáfora, de cara al
futuro, sobre aquellas necias sociedades que no aprenden de los errores del
pasado.
Sergio Velarde
8 de mayo de 2021
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