Miscelánea de emociones
El Club de Teatro es un sello garantizado
de nunca decepcionar al público. A pesar de que la hora pactada para la obra
tuvo un retraso debido a problemas técnicos, el montaje Monologando fue agradable. Es de resaltar que una buena parte de las
creaciones fueron originales o coproducción colectiva y eso es un punto
importante en estos tiempos. Los monólogos fueron breves por esa razón; a
continuación, criticaré aspectos estéticos de estos de manera concisa. También
quiero hacer una mención al joven compositor Feffo Neyra, que ambientó musicalmente
los intermedios entres las escenas.
El primer montaje fue Jimmy en la oscuridad, con la actuación de Hendrik La Torre. Un
escolar introvertido reflexiona sobre el bullying que sufre. La escenografía
pudo ser un poco mejor trabajada, pues solo vi una habitación convencional con paredes
algo sucias, aunque me gustó la iluminación sobre el rostro; sin embargo, la
actuación pudo ser más convincente. En segundo lugar, se presentó A dos ruedas, con Dyllan Urteaga, en donde
se aborda la ruptura del afecto de un trabajador mecánico hacia una bicicleta,
cuya propiedad le genera nostalgia. La ambientación esta vez sí fue
interesante: un fondo blanco con cambios de luces oscuras, pero Urteaga con sus
acciones parecía adelantarse a la intención. En tercer lugar, se presentó Llegué tarde con Erick Peche, quien interpreta
a un sacerdote samaritano que ayuda a la gente consiguiéndoles oxígeno. Me gustaron
las miradas a la cámara, aunque quizás faltó un poco más de emoción, pues su
monólogo era muy conmovedor. Le desfavoreció la luz tenue, que no resaltaba a
la pared verde del fondo. En cuarto lugar se presentó Cuando los hijos se van con Sara Vilches, cuya representación fue
una de las que más me dejó impactado, por la claridad y la fuerza. Ella representó
a una madre preocupada por sus nietos de una manera compasiva y maternal. Me
pareció muy realista y además, la escenografía fue tan simbólica: la entrada de
la puerta de un departamento. En quinto lugar, se presentó La ciudad sitiada, con Thalía Castillón, cuya interpretación fue de
lejos la más impactante de la noche: una mujer abusada sexualmente en el
contexto de un conflicto bélico. La escenografía fue única, un baño y una luz
verde mortuoria. El personaje tenía una camisa ensangrentada. Considero que fue
el monólogo más impactante de la noche por el contenido (la autora es Laila Ripoll)
y la actuación lució muy profesional.
En sexto lugar se presentó La gaviota de Chejov, con Yuliana
Huallanca. Me gustó la interpretación y el espíritu superfluo del personaje. Además,
los momentos reflexivos donde se cuestiona la avaricia que rodea su mundo; el ambiente
fue un fiel reflejo de una habitación de maquillaje previo a una ópera. Aunque
los detalles del ambiente fueron con elementos convencionales, también fueron
realistas. En séptimo lugar se presentó Azul
con Milagros Yupanqui, cuyo monólogo fue similar al anterior en el fondo.
Aborda los conflictos psicológicos de una adolescente por reafirmar su
identidad frente a situaciones desafiantes como una fiesta de quince años y la
dificultad de dialogar con su madre. Me gustó la cámara siguiendo a la actriz
en su habitación; daba la sensación de estar viendo un cortometraje. La
actuación pudo ser más clara, pero igualmente me gustaron elementos como la
cámara y el espejo. En octavo lugar, se presentó Tercera Llamada con Ximena Germaná que fue el monólogo más confuso,
pues no sé si trataba del ensayo de una actriz próxima a entrar en escena,
mientras espera las tres llamadas teatrales, y parecía recitar su texto con
poca relación con sus emociones o con lo que pasaba. La ambientación fue simple
y la luz muy tenue. En penúltimo lugar, se presentó Injusticia con Adriana Chávez; este monólogo junto con el de Thalía
Castillón fueron los más conmovedores desde el punto de vista de los derechos
humanos. La actuación de Adriana fue limpia y logró empatizar y hacer
reflexionar al público frente a una vulneración, violencia psicológica y machista
que sufre el personaje que interpreta. No hubo ambientación, pues todo se dio
en una sola toma de la actriz frente a la cámara. Finalmente, se presentó Melodía de tu recuerdo con Luciana
María. Creo que fue el segundo mejor monólogo de la noche, debido a al talento
de la actriz para los instrumentos de viento, así como la reivindicación hacia
la cultura andina. Fue muy emocionante la inocencia del personaje frente a
situaciones complejas.
Monologando fue un montaje único digno de ver y con actores en formación con
mucho talento, siendo las mejores actuaciones las de Thalía Castillón, Luciana
María y Sara Vilches, en ese orden. Felicidades.
Enrique Pacheco
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