Violencia sin distinción de género
El director Jeffry Rasmussen no oculta su admiración por el
famoso novelista estadounidense Stephen King. Su primera incursión en la
dirección, la primera parte de El baúl de los malos sueños, Encerrados, fue una
adaptación libre de El juego de Gerald (Gerald’s Game, 1992), con la imagen promocional
de Lilian Schiappa-Pietra como una sufrida mujer esposada a la cama, en una
trágica historia de relación marital disfuncional con un fuerte componente de
violencia doméstica. Para esta segunda parte, Rasmussen nos presenta su
particular visión de Miseria (Misery, 1987), lo cual constituye de por sí un
enorme riego: la versión fílmica es harto conocida y alcanzó un estatus de
culto abrumador, mucho más que el anterior libro mencionado (estrenado en 2017
en Netflix con Carla Gugino), por lo que el nuevo producto ofrecido por
Rasmussen pierde en mayor medida el factor sorpresa. Sin embargo, la ejecución
de su propuesta es bastante solvente y mantiene el interés a lo largo de su
reducida duración.
Prácticamente, la mayoría de artistas escénicos que viene
trabajando con plataformas virtuales dejó de interesarle el bautizar a este
nuevo género digital en apogeo. A los que insisten en llamarlo “Teatro” virtual
o en línea se les podría perdonar el hecho de que por lo menos, sus
espectáculos son presentados en vivo. Pero los pre-grabados abandonan por
completo sus orígenes teatrales para convertirse, como en este caso, en cortometrajes.
En ese sentido, la dirección consigue ofrecer un producto audiovisual bastante
correcto con la conocida historia de esta fanática desequilibrada que encuentra
a su autor favorito luego de sobrevivir este a un aparatoso accidente. Si bien
pudo haberse arriesgado más con el juego de cámaras y algunas decisiones
estéticas, como la de recurrir a una máquina de escribir como utilería en plena
época de pandemia (tal como lo dice un personaje), pueden resultar desconcertantes,
la tensión psicológica entre los únicos dos protagonistas sí luce muy conseguida
y sostiene el suspenso hasta el inevitable final.
Una de las mayores fortalezas de este proyecto virtual
radica entonces, en el trabajo de la pareja de actores: tanto Rocío Montesinos como José
Gómez Ferguson evitan caer en la repetición del modelo fílmico y construyen personajes
con características propias y muy creíbles, ambos interactuando en aquella
reducida habitación. Habría que trabajar, eso sí, en despojar de la ejecución
escénica cualquier atisbo de “teatralidad”, ya que no es necesaria. No es
casualidad además, que la foto promocional de esta presentación virtual sea la
de Gómez Ferguson atado a la cama: Rasmussen nos muestra que la violencia es
atroz venga de donde venga, sin distinción de género. El baúl de los malos
sueños, Encerrados es una propuesta absolutamente pertinente, que tomando como
referencia a las notables historias de King, se convierte en una buena
alternativa para la necesaria reflexión en estos violentos tiempos en los que
nos hayamos inmersos todas y todos como sociedad.
Sergio Velarde
7 de noviembre de 2020
No hay comentarios:
Publicar un comentario