sábado, 28 de noviembre de 2020

Crítica: PA’LA TRIBUNA


Inclasificable

Al principio, parecía intrigante. Una introducción con frases de Sabato y con aires de ser un montaje con un gran peso intelectual, parecía prometedor. Sin embargo, a medida que el montaje avanzaba la narración perdía sentido, las actuaciones eran confusas y durante la hora de función más parecía estar viendo historias dentro de otras historias. Sin embargo, lo que más llama la atención del montaje, de lejos, es una sola palabra: movimiento.

No existe una acción dramática clara, pues el montaje lo componen tres escenas: primera, un supuesto y extraño secuestro, donde el secuestrado termina haciendo llorar al secuestrador; segunda, una relación homosexual entre empleado y empleador, con movimientos muy eróticos; y tercera, una reunión de amigos donde se aborda el amor, los fetiches audiovisuales, los celos. A primera vista, puedo decir que las narraciones eran muy confusas, pero eran una mezcla de emociones muy atractivas desde un punto de vista audiovisual. Una de las claves del teatro es la atención del público y Pa’la Tribuna lo logra con creces.

Tocando el tema de las performances, se tiene que indicar que muchos de ellos no estuvieron a la altura de una presentación actoral. Muchas de las actuaciones no fueron del todo convincentes y les faltó organicidad entre el cuerpo y la acción. Lo mejor del montaje lo trajeron los experimentados Francisco Duma Rodríguez y Gian Paul Miranda. El monólogo dentro de una habitación de Francisco fue emocionante, a pesar de no hacer uso del diálogo para contextualizar y solo con una tela de utilería. Asimismo, la ficticia relación entre los personajes de Gian Paul y Francisco fue impactante y limpia estéticamente. Destaca la presencia actoral de Francisco, quien por primera vez lo veo en un drama. Un aspecto estético del montaje que no me gustó fue el audio, pues el sonido de la calle se acoplaba y en ciertos momentos, apagaba la llama del interés en lo mostrado.

Como repito, el montaje fue confuso, pero al mismo tiempo en ningún momento fue aburrido. Creo que quien merece la felicitación es la dirección, quien logró un trabajo bastante interesante y bizarro, pero de una manera positiva. Lo bizarro no tiene por qué ser asociado a espectáculos mediocres y sin gracia. Creo que este montaje es un ejemplo, fue bizarro, pero emocionante y pudo ser mucho más.

Enrique Pacheco

28 de noviembre de 2020

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