Inclasificable
Al principio, parecía intrigante. Una
introducción con frases de Sabato y con aires de ser un montaje con un gran
peso intelectual, parecía prometedor. Sin embargo, a medida que el montaje
avanzaba la narración perdía sentido, las actuaciones eran confusas y durante
la hora de función más parecía estar viendo historias dentro de otras
historias. Sin embargo, lo que más llama la atención del montaje, de lejos, es
una sola palabra: movimiento.
No existe una acción dramática clara, pues
el montaje lo componen tres escenas: primera, un supuesto y extraño secuestro,
donde el secuestrado termina haciendo llorar al secuestrador; segunda, una
relación homosexual entre empleado y empleador, con movimientos muy eróticos; y
tercera, una reunión de amigos donde se aborda el amor, los fetiches
audiovisuales, los celos. A primera vista, puedo decir que las narraciones eran
muy confusas, pero eran una mezcla de emociones muy atractivas desde un punto
de vista audiovisual. Una de las claves del teatro es la atención del público y
Pa’la Tribuna lo logra con creces.
Tocando el tema de las performances, se
tiene que indicar que muchos de ellos no estuvieron a la altura de una
presentación actoral. Muchas de las actuaciones no fueron del todo convincentes
y les faltó organicidad entre el cuerpo y la acción. Lo mejor del montaje lo
trajeron los experimentados Francisco Duma Rodríguez y Gian Paul Miranda. El
monólogo dentro de una habitación de Francisco fue emocionante, a pesar de no
hacer uso del diálogo para contextualizar y solo con una tela de utilería.
Asimismo, la ficticia relación entre los personajes de Gian Paul y Francisco
fue impactante y limpia estéticamente. Destaca la presencia actoral de Francisco,
quien por primera vez lo veo en un drama. Un aspecto estético del montaje que
no me gustó fue el audio, pues el sonido de la calle se acoplaba y en ciertos
momentos, apagaba la llama del interés en lo mostrado.
Como repito, el montaje fue confuso, pero
al mismo tiempo en ningún momento fue aburrido. Creo que quien merece la
felicitación es la dirección, quien logró un trabajo bastante interesante y
bizarro, pero de una manera positiva. Lo bizarro no tiene por qué ser asociado
a espectáculos mediocres y sin gracia. Creo que este montaje es un ejemplo, fue
bizarro, pero emocionante y pudo ser mucho más.
Enrique Pacheco
28 de noviembre de 2020
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