El teatro de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA) está
presentando Reflejadas, una propuesta escénica
dirigida por Francisco Holguín que consta de dos obras cortas que tocan
el mismo problema: la violencia contra la mujer dentro de su propio hogar. La
idea de juntar dos obras cortas de diferente autor bajo la misma temática me
pareció desde ya una propuesta interesante de ver. Un detalle importante fue el
hecho de que ambas historias fueron protagonizadas por la misma actriz,
Estefanía Champa, lo que daba la idea de la posibilidad de cualquier mujer por
pasar por una situación como la de cada obra.
La primera historia, “Álbum familiar” de Joaquín Blanes, es la historia
que más dudas me dejó. La pieza cuenta la historia de una niña que vive con su
abusador padre, una situación que cambia con la llegada de su abuelo paterno a
la casa. A mi parecer, a esta pieza le faltó unidad en la dramaturgia; había
información que quedaba suelta y sin justificación para la historia, como por
ejemplo, la presencia del abuelo (Pepe Iturrizaga) en la casa: no terminé de creer ni entender
del todo su presencia con ellos, pues no hubo suficiente información para
explicarlo. La mano del director fue interesante y atinada en marcaciones de
cortes de escena que ayudaban a darle tono a la obra: recurrentemente se
formaban “fotografías” que nos daban información de sucesos violentos que no
veíamos representados, acompañadas de un apagón o de un cambio de luces. En
este caso, la no literalidad funcionaba mejor que mostrar una escena de golpes
y gritos. En cuanto a los personajes, el padre, Alfredo (Jorge Carrión) fue el
que menos matices mostró en escena, pues todo el tiempo era el “malo” de la
historia; me hubiese gustado ver momentos de variación, sobre todo cuando
interactuaba con su hija en situaciones aparentemente tranquilas. En una pieza
teatral no puede haber elementos que sobren o que no sumen a la historia; hubo
ocasiones en las que aparecía el personaje de la madre interactuando como una
presencia irreal dentro de la historia que, en ciertos momentos, hacía que el
ritmo de la obra bajara: personalmente creo que las marcaciones que se usaron
para este personaje no permitió conectar esta presencia con el resto de la historia,
tranquilamente se hubiese podido suprimir esta presencia y la obra habría
funcionado de la misma manera. Por otro lado, el detalle del silbido que se
repite durante toda la obra en relación al abuso que se comete contra la niña
lo rescato como un gesto que logró dar
al espectador el mensaje de “esta historia seguirá ocurriendo”.
La segunda historia, “Como si fuera esta noche” de Gracia Morales, fue,
a mi parecer, la mejor lograda de la puesta en escena. Esta obra cuenta en
paralelo la historia de Mercedes (Yasmine Incháustegui) y Clara (Estefanía
Champa), madre e hija, en diferentes épocas y con la misma edad. Entre ambas
comparten recuerdos, verdades y sentimientos por experiencias personales y
compartidas, como el asesinato de Mercedes por parte de su esposo. Esta fue la
historia que más me tocó. La dramaturgia tuvo más elementos explotables en
escena: la mano del director manejó con eficiencia los textos entrelazados
entre ambos personajes, los cambios de foco de atención entre Clara y Mercedes,
la interacción entre monólogos de ambos personajes, etcétera. Los dos
personajes estuvieron llenos de detalles todo el tiempo, daba gusto ver en
escena a dos mujeres que, solo con su forma de hablar y de moverse, ya daban
información sobre sus creencias y el contexto donde viven, algo que merece
reconocimiento. Esta historia contrapone
dos generaciones de mujeres que les ha toca vivir contextos diferentes: por un
lado, tenemos a Mercedes, una mujer que claramente ha crecido bajo una crianza
machista asimilada y aceptada por ella misma; por otro lado, Mercedes es una
mujer independiente que ha presenciado la violencia cometida contra su madre y
que ha crecido en un mundo donde la lucha por dar un lugar justo a las mujeres
ha tenido más presencia que nunca. Sin embargo, la pregunta es ¿hasta qué punto
la violencia contra la mujer ha podido cambiar entre la generación de Mercedes
y Clara?
Ambas historias nos presentan casos verosímiles de violencia contra la
mujer en el espacio que debería ser el lugar más seguro para ellas: el hogar.
En un contexto donde la violencia contra la mujer es una realidad
indiscutiblemente, una producción como esta es una excelente forma de crear
consciencia en el espectador sobre lo que sucede a diario. Nadie debería ser
indiferente a esta triste realidad; al contrario, que más obras artísticas como
esta sean agentes de cambio que poco a poco ayuden a crear esa consciencia
social que tanto hace falta en este país.
Stefany Olivos
2 de noviembre de 2017
1 comentario:
Muchas gracias por la critica. Lo tomaremos en cuenta para mejorar. Saludos!
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