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jueves, 2 de noviembre de 2017

Crítica: REFLEJADAS

Realidades Reflejadas

El teatro de la Asociación de Artistas Aficionados (AAA) está presentando Reflejadas, una propuesta escénica  dirigida por Francisco Holguín que consta de dos obras cortas que tocan el mismo problema: la violencia contra la mujer dentro de su propio hogar. La idea de juntar dos obras cortas de diferente autor bajo la misma temática me pareció desde ya una propuesta interesante de ver. Un detalle importante fue el hecho de que ambas historias fueron protagonizadas por la misma actriz, Estefanía Champa, lo que daba la idea de la posibilidad de cualquier mujer por pasar por una situación como la de cada obra.

La primera historia, “Álbum familiar” de Joaquín Blanes, es la historia que más dudas me dejó. La pieza cuenta la historia de una niña que vive con su abusador padre, una situación que cambia con la llegada de su abuelo paterno a la casa. A mi parecer, a esta pieza le faltó unidad en la dramaturgia; había información que quedaba suelta y sin justificación para la historia, como por ejemplo, la presencia del abuelo (Pepe Iturrizaga)  en la casa: no terminé de creer ni entender del todo su presencia con ellos, pues no hubo suficiente información para explicarlo. La mano del director fue interesante y atinada en marcaciones de cortes de escena que ayudaban a darle tono a la obra: recurrentemente se formaban “fotografías” que nos daban información de sucesos violentos que no veíamos representados, acompañadas de un apagón o de un cambio de luces. En este caso, la no literalidad funcionaba mejor que mostrar una escena de golpes y gritos. En cuanto a los personajes, el padre, Alfredo (Jorge Carrión) fue el que menos matices mostró en escena, pues todo el tiempo era el “malo” de la historia; me hubiese gustado ver momentos de variación, sobre todo cuando interactuaba con su hija en situaciones aparentemente tranquilas. En una pieza teatral no puede haber elementos que sobren o que no sumen a la historia; hubo ocasiones en las que aparecía el personaje de la madre interactuando como una presencia irreal dentro de la historia que, en ciertos momentos, hacía que el ritmo de la obra bajara: personalmente creo que las marcaciones que se usaron para este personaje no permitió conectar esta presencia con el resto de la historia, tranquilamente se hubiese podido suprimir esta presencia y la obra habría funcionado de la misma manera. Por otro lado, el detalle del silbido que se repite durante toda la obra en relación al abuso que se comete contra la niña lo rescato como un gesto que logró dar  al espectador el mensaje de “esta historia seguirá ocurriendo”.

La segunda historia, “Como si fuera esta noche” de Gracia Morales, fue, a mi parecer, la mejor lograda de la puesta en escena. Esta obra cuenta en paralelo la historia de Mercedes (Yasmine Incháustegui) y Clara (Estefanía Champa), madre e hija, en diferentes épocas y con la misma edad. Entre ambas comparten recuerdos, verdades y sentimientos por experiencias personales y compartidas, como el asesinato de Mercedes por parte de su esposo. Esta fue la historia que más me tocó. La dramaturgia tuvo más elementos explotables en escena: la mano del director manejó con eficiencia los textos entrelazados entre ambos personajes, los cambios de foco de atención entre Clara y Mercedes, la interacción entre monólogos de ambos personajes, etcétera. Los dos personajes estuvieron llenos de detalles todo el tiempo, daba gusto ver en escena a dos mujeres que, solo con su forma de hablar y de moverse, ya daban información sobre sus creencias y el contexto donde viven, algo que merece reconocimiento. Esta  historia contrapone dos generaciones de mujeres que les ha toca vivir contextos diferentes: por un lado, tenemos a Mercedes, una mujer que claramente ha crecido bajo una crianza machista asimilada y aceptada por ella misma; por otro lado, Mercedes es una mujer independiente que ha presenciado la violencia cometida contra su madre y que ha crecido en un mundo donde la lucha por dar un lugar justo a las mujeres ha tenido más presencia que nunca. Sin embargo, la pregunta es ¿hasta qué punto la violencia contra la mujer ha podido cambiar entre la generación de Mercedes y Clara?

Ambas historias nos presentan casos verosímiles de violencia contra la mujer en el espacio que debería ser el lugar más seguro para ellas: el hogar. En un contexto donde la violencia contra la mujer es una realidad indiscutiblemente, una producción como esta es una excelente forma de crear consciencia en el espectador sobre lo que sucede a diario. Nadie debería ser indiferente a esta triste realidad; al contrario, que más obras artísticas como esta sean agentes de cambio que poco a poco ayuden a crear esa consciencia social que tanto hace falta en este país.

Stefany Olivos
2 de noviembre de 2017

1 comentario:

  1. Muchas gracias por la critica. Lo tomaremos en cuenta para mejorar. Saludos!

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