Los rastros de la violencia y el abuso
Bajo la dirección y dramaturgia de Claudia Tangoa, la obra Ñaña
es un proyecto teatral basado en un hecho real. Las vidas de Lucy y Elisa se
unen por circunstancias difíciles, ambas crecieron en un mismo pueblo de la
selva; sin embargo, no comparten la misma realidad. Cuando la madre de Lucy
decide adoptar a Elisa, ambas muchachas, tratarán de encontrarse a sí mismas,
así como darle un sentido de pertenencia a sus vidas.
Es curioso cómo de forma tan sencilla puede retratarse una
realidad que molesta, que duele, que indigna; pero que, lamentablemente,
todavía existe en nuestra sociedad: el abuso sexual y la violencia. Amaru, Casa
Cultural, en un espacio íntimo y cercano para los espectadores, presenta el
trabajo de las actrices Anahí de Cárdenas y Verony Centeno, interpretando con
claridad y certeza los personajes de Lucy y Elisa, respectivamente.
Con elementos de apoyo tales como un proyector de imágenes,
la musicalización y los efectos luminarios pertinentes, esta puesta logró
conmover y reflejar más allá de lo evidente, los rastros una realidad que en
determinados lugares de nuestro país se ha normalizado. Sorprendió la
versatilidad de Verony Centeno, quien tenía a su cargo el peso y la carga
emocional del personaje de Elisa.
Como ya se mencionó, un escenario bastante simple, en el que
trascendió la narrativa y las interpretaciones. La contundencia del tema es la
clave en el desarrollo de la obra, describiendo las secuelas que se encarnan en
el ser humano como consecuencia de la violencia, la soledad, la indiferencia y
el desapego.
Ñaña es una obra que impacta e invita a reflexionar respecto
a temas tan delicados como recurrentes, que afectan de tal forma a quienes lo
viven en carne propia y adaptarse a otra forma de vida se hace imposible. Y es
precisamente este tipo de teatro el que rescata a esas voces que no deben
permanecer silenciadas nunca más.
Maria Cristina Mory Cárdenas
5 de noviembre de 2017
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